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- Hortensio Nicanor Aguirre Anchorena, nació el 10-1-1853, día de San Nicanor, y el 3 de mayo siguiente fué bautizado en la Iglesia de San Ignacio, bajo el padrinazgo de sus tios Emiliano Aguirre y Mercedes Aguirre de Anchorena. Andando el tiempo, Hortensio demostró poseer una personalidad original, un carácter raro, voluntarioso y activo. Su vocación primera inclinose a la milicia. En Inglaterra estuvo a punto de ser dado de alta en el instituto de ingeniería militar de Chatham, frente a cuya escuela se levanta hoy en día, como símbolo del antiguo imperio victoriano y victorioso, el monumento al General Gordon montado sobre un camello, quien había muerto heroicamente en Khartum. En 1873 con su tío Manuel Rafael García Aguirre, representante diplomático argentino en Londres, el muchacho visitó los astilleros de Laird, y diversas fábricas inglesas donde, por encargo del gobierno de Sarmiento, se estaban construyendo armas y cañones para nuestro ejército, y los primeros buques de hierro que conformaron nuestra escuadra: los monitores “Plata” y “Andes”, las bombarderas “Bermejo”, “Pilcomayo”, “Constitución” y “República”, y las cañoneras “Paraná” y “Uruguay”, más una flotilla de pequeñas torpederas. Al año siguiente, volvió Hortensio a estos lares rioplatenses, y se encontraba en Montevideo, con su hermano Manuel - mi abuelo -, cuando estalló en su patria la revolución mitrista que se proponía impedir que el Presidente Avellaneda asumiera el poder. En tales circunstancias, mi abuelo le escribió, el 19-XI-1874, a su padre, quien en Buenos Aires seguía con angustia la marcha de los acontecimientos: “He leído la carta que le escribiste a Hortensio respecto del proyecto que tenía de ir a el ejército revolucionario para empezar la carrera militar. Lo mismo que le dices se lo había dicho yo, y otras muchas razones más, pero a mí no me oía, antes al contrario parece que más se aferraba a su idea. Felizmente tu carta lo ha hecho cambiar de pensamiento”. Mas adelante, Hortensio volcó su entusiasmo en la práctica del deporte náutico. Allá por 1877 mandó construir en Italia y traer al país un “cutter” (velero apropiado para largas travesías) al que bautizó “Nemo” (“nadie”, en latín), no por negativismo filosófico, sino en recuerdo del capitán submarinista de las Veinte mil leguas que noveló Julio Verne. Timoneando su “Nemo”, el capitán argentino puso a prueba ese “cutter” en un viaje desde Buenos Aires hasta la estancia “El Rincón de López” de su pariente Benjamín - “Capin” - Sáenz Valiente, sita en la desembocadura del río Salado frente al mar. Emprendió después extensos cruceros por los rios Paraná y Uruguay, y una travesía oceánica famosa a lo largo de las costas patagónicas acompañado por sus amigos Alejandro Castro Sáenz Valiente y Luis García - que aún se recuerda como verdadera proeza. El 2-VII-1883, el intrépido nauta, con varios aficionado que no llegaban a una docena - sus primos Manuel García Mansilla y Alejandro Castro y los señores Lanús, M. Gainza, R. Kinch, M. Salas, Wilding, Penard y Hohlsted - fundó el Yacht Club Nacional, disponiendo que otro barco, el “Ariel” de 5 toneladas - del que Aguirre era codueño - se prestara a los socios. Así cobró existencia dicha entidad - que tres años más tarde cambiaría su nombre por el de Yacht Club Argentino -, y a la que el gobierno concedió el uso de nuestro pabellón de guerra.El 7-1X-1884, inesperadamente, Hortensio Aguirre se quitó la vida pegándose un tiro. Era soltero y no dejaba hijos. Su padre, único heredero de sus bienes, hizo donación del “Nemo”, que fondeaba en la Boca del Riachuelo, para sede flotante del incipiente Yacht Club; cuya institución alcanzó pronto intenso desarrollo, mudándose, a principios de este siglo, al actual edificio de la dársena Norte. Hasta hace poco tiempo, el más veterano de los veleros del Club llamábase “Hortensio”, como justo homenaje a su primer presidente, benefactor y hazañoso pionero deportivo de los cruceros fuera de cabos.por Carlos F. Ibarguren Aguirre
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