Notas |
- Estudió de niño en Salto y cursó el bachillerato en el “Instituto Politécnico Osimani y Llerena”. Recibido de médico en la Universidad de Montevideo, viajó luego a Europa -alrededor de 1925- para especializarse en oftalmología.
Al comienzo de su estada en el Viejo Continente Domingo trabaja en la clínica del Prof. Féliz LAGRANGE, en Bordeaux; más tarde ingresa en la Clínica Oftalmológica del Prof. Victor MORAX, en el “Hospital Larisoisiére” de París, y desde comienzos de 1929 ocupa el puesto de asistente en el “Laboratorio de Ojos” que dirige el mismo MORAX en el “Instituto Pasteur” de París. Finalmente es designado, también en París, jefe interino del “Laboratorio de Bacteriología” del “Hospital Quince-Vingts”. Mas no se limitó su aprendizaje profesional a Burdeos y París, pues en estos años Domingo también frecuentó a los más prestigiosos oculistas en Estrasburgo, en Nantes, en Berlín y en Viena.
Retornó Domingo finalmente de Europa, decidido a trabajar como oculista en Montevideo, donde efectivamente instaló su consultorio (sin perjuicio de atender ocasionalmente en el Consultorio de su padre de Salto). Hacia 1937 Domingo viaja nuevamente a Europa, recorriendo numerosos países, donde durante un año continuó con su especialización como oculista. En ese mismo año de 1937 se publica un libro titulado “Salto en su Centenario”, y en la pág. 111 del mismo y luego de reseñar la vida de Abuelo Atilio, se hace referencia a su figura como médico:
“Hijo de don Atilio, como éste, sigue la ruta privilegiada de los elegidos para la ciencia y la humanidad. Muy joven aún, ya ha merecido distinciones como la de su nombramiento de Director Interino del Hospital ‘Quinze Vingt La Bastille’ de Paris, que hace honor al país, y pone el alto el prestigio salteño.
Altamente apreciado en los principales centros científicos de la capital francesa, donde ha seguido provechosos cursos, ha publicado en la acreditada revista científica que se edita en Paris ‘Anales de Oculística’, artículos sobre ‘L’infection du cristaline latnce et reactivation’, y en colaboración con el sabio profesor Morex sobre ‘L’infection du cristaline Recherches cliniques et experimentales’, lo que pone de manifiesto que sus conocimientos en la especialidad a que se dedica justifican los honores que, a pesar de su juventud, se le han tributado. Es esta una de las obras de su padre: el haberlo iluminado con el amor hacia sus semejantes.
No es de olvidar la silenciosa y no menos valiosa labor tanto más admirable cuanto oculta, de su señora madre doña María Fernández de Chiazzaro, que también como esposa, ha sabido ser factor principalísimo en el tallado de la diamantinas facetas de estas dos personalidades”.
Ejerció luego Domingo su profesión en forma muy reconocida, desempeñándose también como médico oculista del Hospital Pereira Rosell. [1]
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