Notas |
- Es, sin duda, Manuel José García, uno de los personajes más discutidos de la Historia Argentina. Como Talleyrand, era hombre del viejo régimen (el Virrey Liniers le nombró subdelegado de Porco y de Chayanta en el Alto Perú), y si el político francés sirvió sucesivamente a la Revolución regicida, a Napoleón durante el Consulado y el Imperio, a los borbones restaurados con Luis XVIII, y a la Monarquía burguesa con Luis Felipe de Orleans, el político argentino - magistrado, diplomático, ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores - colaboró con ambos Triunviratos, con los Supremos Directores Posadas y Alvear, con los Gobernadores unitarios Martín Rodríguez y Las Heras, con el unitarísimo Presidente Rivadavia, y con Juan Manuel de Rosas, el Restaurador al rojo vivo de la Santa Federación.
Los actuales historiadores revisionistas consideran, en general, a Manuel José García, como el prototipo del "vendepátria", colonialista y medroso, que entregó al Brasil la Banda Oriental del Uruguay, para evitar -es cierto - la alianza temida de Portugal con España, y deshacerse al mismo tiempo de Artigas, a quien el diplomático porteño tachaba de bárbaro caudillo anarquista.
De García dió Gervasio Posadas esta definición en tres frases implacables: "Un jesuita lleno de miedo, de pluma bien cortada, no sirve para grandes compromisos; tiene un alma fria para las cosas de la patria". Tomás de Iriarte le llama en sus Memorias: "hombre sagaz, intrigante y de más alcances que Rivadavia". Lord Ponsomby le escribió a Canning: "El Dr. García es el hombre más ilustrado de la nación". Y un anónimo espía o informante realista le apuntaba a su gobierno hacia 1817: "Don Manuel García ... notado de españolísimo en otro tiempo, en el día es portugués. Por su conducto ha corrido la correspondencia entre la facción portuguesa de Buenos Aires. Tiene talento y regulares conocimientos políticos. Nunca ha sido adicto declarado de la Revolución, aunque la ha seguido".
Mitre opinó sobre García en estos términos: "era de los hombres más notables de su época. Patriota decidido, hombre de elevación moral, cabeza de inteligencia poderosa ... escritor literario con nervio ... penetración profunda para juzgar a los hombres y las cosas ... verdadero hombre de Estado ... de bella y distinguida figura, realzada por modales dignos y una conversación chispeante de ingenio y de amenidad. Con todas estas dotes ... no era hombre de iniciativa ni de lucha. Carácter flexible, se doblaba a impulso de las circunstancias; conciencia flotante que buscaba su equilibrio en el término medio de los hechos consumados, o que tenían la sanción de la fuerza". Y un historiador de vehemente patriotismo localista, como Vicente Fidel López, escribió: "Cualquiera que sea el juicio que se haga de la misión que Don Manuel José García desempeñó en Rio de Janeiro el año de 1816, será siempre de admirar el tino y la firmeza con que la condujo, de acuerdo a las circunstancias en las que se hallaba y con los fines que se propuso alcanzar: impedir la confabulación de España con Portugal y exterminar a Artigas". Y concluye don Vicente: "el amor de la independencia y el deseo de que su triunfo fuese también el triunfo de la cultura y del orden social que caracteriza a los pueblos libres, resume, por decirlo así, en dos grandes capítulos, el sentido fundamental y precioso de los trabajos del Comisionado Argentino en Rio de Janeiro. Su tarea de arruinar a Artigas y de contener a España, llevada a cabo en su doble dirección con hábil persistencia y con espíritu varonil, hace el elogio del Estadista, y lo justifica en la historia. Eso fué lo que nos puso en condiciones de superar los tremendos y vergonzosos contrastes del orden interno, y de la bancarrota del Año XX. Sin eso, Artigas hubiera prevalecido; hubiera asolado la tierra argentina; desbaratado todo el orden civil y doméstico de nuestras ciudades; sujetándolo todo al Imperio Bárbaro y Guerrero con que soñaba; habría reducido nuestras provincias urbanas a la vida de tribu y de aduar; y en pos de él se habría eslabonado una cadena no interrumpida de gobiernos bárbaros con todas las eventualidades del acaso ... y sólo Dios sabe qué rumbos miserables pudiera haber tomado esa nacionalidad de que hoy nos enorgullecemos".
"He navegado - estampó García en uno de sus informes - en un mar proceloso e inconstante, sorteando las olas y evitando los escollos sin perder mi camino ... Vendrá la verdad; y con la verdad la justicia y la honra para mi nombre". Y asimismo su correspondencia contiene la siguiente reflexión de total estoicismo, en la que don Manuel José alude a sus tramitaciones diplomáticas: "Los sacrificios más heroicos son los que no tienen recompensa de gloria ni de fortuna. Una cosa es el patriotismo que inspira el valor de morir por su país, y otra el que hace capaz de conocer bien los intereses de la patria. Conozco por experiencia que los proyectos más sutiles y benéficos suelen repentinamente mudarse en delito, y que hoy conduce al cadalso lo que mañana habría elevado a la mayor gloria".
por Carlos F. Ibarguren Aguirre
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