Notas |
- PEDRO LOPEZ TARIFA, vecino, no precisamente de Tarifa, sino de la montañosa ciudad cordobesa de Lucena, distante 180 kilómetros al NE. de aquella marinera villa (hijo de Juan Rodrigo de Tarifa y de Catalina Rodrigo), el cual se radicó en el puerto de Buenos Aires que acababa de fundarse, cuando en 1583 llegó de España con su familia, integrando un grupo de pobladores andaluces, a bordo de la nave que mandaba Alonso de Vera y Aragón "El Tupí", sobrino del Adelantado del Río de la Plata, apodado así por el subido color moreno de su rostro.
Una vez que Garay hubo repoblado el viejo "real" de don Pedro de Mendoza, despachó para España - el 18 o 19 de abril de 1580 -, desde el fondeadero del Riachuelo, a la carabela "San Cristóbal de la Buena Ventura", bajo el mando de Alonso de Vera, quien llevaba una carta para el Rey Felipe II, dándole cuenta del nuevo establecimiento rioplatense, y solicitándole el envío urgente de "pobladores casados" para aquella flamante fundación porteña.
Barco de Centenera relata en su poema que luego de la jornada de Garay que "abrió nuevas puertas a la tierra";
"Los nuestros han quedado sosegados;
las tierras entre sí se han repartido,
contentos de se ver que están poblados.
A Castilla el navío se ha partido,
llevando de estas costas los recados".
"La nave se partió muy presurosa,
de cueros y azúcar bien cargada,
la gente que va en ella va gozosa
con fin de dar la vuelta apresurada;
no va del inglés corsario temerosa
que en el aire parece que es llevada,
con viento Sur en popa navegando,
por cima de las aguas va volando".
"El Tupí" arribó con felicidad a San Lúcar de Barrameda; y cuando en la corte se le concedió audiencia, quedó autorizado, por Real Cédula del 22-X-1581, a fletar un nuevo barco para transportar gente calificada de los pueblos andaluces a Buenos Aires, que debían de ser "por lo menos la mitad casados, llevando consigo a sus mujeres e hijos"; y los solteros dar "información de como no son casados y que todos ellos no son de los prohibidos a pasar a aquellas partes"; vale decir, que no eran judíos, ni moros, ni penitenciados por la Inquisición. Con todo, se le negó permiso a Vera y Aragón de levantar "pendón de enganche, ni que toque pífano ni tambor", a fin de que no se alterara el orden, como había ocurrido anteriormente en casos semejantes.
Con 80 personas - entre pobladores, frailes y nautas el sobrino del Adelantado, comisionado por Garay, hízose finalmente a la vela y logró atravesar el mar; pero frente a los arrecifes brasileños de la bahía del Espíritu Santo encalló su embarcación. Parte de los pasajeros, con el Padre Rivadeneyra, continuaron su trayecto a la ciudad porteña en la "fragatilla Nuestra Señora de la Piedad", que comandaba Francisco Vera y Aragón, pariente de "El Tupí". En cuanto a este último, luego de siete meses de carenadura y calafateo, consiguió reponer a su navío y, con el resto de la comitiva - 30 "pobladores de buen linaje", 10 frailes, amén de la marinería - atracó por fin en Buenos Aires en enero de 1583, después de dos años y medio de ausencia.
Según constancias halladas por Raúl A. Molina en un expediente de la Casa de Contratación de Sevilla, con la expedición que acabamos de recordar, zarpó para el Río de la Plata, en la nave de "El Tupí", Pedro López Tarifa con toda su familia; Antonia de Humanés Molina, su mujer, y sus hijos solteros; Juan, Pedro, Isabel, Mayor y María.
Integraban asimismo aquel conjunto viajero, individualizado en el aludido expediente sevillano, Cristóbal Naharro, muchacho célibe entonces, cuya diaria convivencia de casi un año, en la peligrosa inmensidad oceánica, sobre la frágil tablazón de una carabela, con Isabel, la hija de López Tarifa, derivaría en matrimonio una vez llegados los expedicionarios a su destino bonaerense.
Pedro López Tarifa y los suyos arraigaron definitivamente en el rancherío que fundara Juan de Garay. A poco de su instalación en la base porteña, nuestro antepasado recibió algunas mercedes en las tierras aledañas a ella; en especial "un molino de agua de moler trigo de una parada, que es por encima de las islas que dicen de la Matanza, en el río que llaman de los Navíos".
Decidido a poblar tales campos, "Pedro López" (Tarifa), el 27-III-1590, registró en el Libro del Cabildo su fierro de marcar hacienda, al propio tiempo que fundaba la estancia "El Molino", que luego de su muerte pasaría a sus descendientes; cuyo campo, por su frente S.E. limitaba con la margen derecha del "Río de la Matanza"; por el S.O. con tierras dadas de merced a Juan Castro; al N.E. con una fracción perteneciente a su hijo Juan Nieto Humanés; y al fondo N.O. con fracciones realengas sin adjudicar. (Ver el "Plano de parcelamiento de tierras en la margen derecha del río de la Matanza", confeccionado por Manuel Ozores el 5-XI-1800, de acuerdo a viejas mensuras y a los títulos primitivos de los herederos de Juan Gutiérrez de Humanés).
Pero no solo vastas extensiones territoriales dejó a sus descendientes el personaje de esta historia. Su progenie fecundísima habría de multiplicarse en innumerables familias, muchas de ellas próceres, hasta nuestros días; y los méritos del aludido poblador, ya en 1618, fueron considerados por el Gobernador Hernandarias, quien al recompensar con una merced al Capitán Pedro Gutiérrez, yerno del susodicho, lo hizo porque Gutiérrez era "casado con hija de Pedro López Tarifa, uno de los pobladores y conquistadores desta ciudad, que vino de los reinos de España a la dicha población ha más de treinta y seis años, con orden y licencia de Su Majestad, y murió en ella". [3]
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