Notas |
- Cursó estudios en su ciudad natal y los prosiguió en la Universidad de Santiago de Chile donde se graduó de abogado en 1783. De regreso al país, trabajó en su profesión. Al producirse las Invasiones inglesas se presentó voluntario, actuando con valor que le valió el nombramiento de capitán de la 5ª compañía de Voluntarios de Infantería, Patricios de Buenos Aires, comandado por don Cornelio Saavedra. Cuando la segunda invasión se portó valientemente. Al producirse la asonada del 1º de enero de 1809 asumió una actitud decidida, concurriendo al fuerte con algunos otros patriotas donde arrebató del escribano la renuncia que acababa de firmar el virrey Liniers, la que hizo pedazos ante el asombro de los circunstantes. En enero 9 del mismo año, el virrey envió un oficio al Cabildo, haciendo saber que por la intervención de don Jacobo Adrián Varela en las ocurrencias del día 1º, había resuelto nombrar al doctor Chiclana para que en su reemplazo corriera con los ramos de alumbrado, carros de limpieza, empedrado, sisa y arbitrios. El Cabildo deliberó, pero se oponía al nombramiento, decidiendo enviar oficio al virrey haciendo ver circunstancias que presentaban desfavorable la candidatura de Chiclana, pero ante la insistencia de aquél, para no designarlo, decidieron que se hiciera cargo de aquellos renglones el diputado de policía. Chiclana participó de las confabulaciones de los patriotas que prepararon la revolución de Mayo, interviniendo en forma destacada en los sucesos que la provocaron. La Primera Junta de Gobierno lo ascendió a coronel de ejército y con fecha 14 de junio de 1810 lo designó auditor del ejército auxiliar del Perú, pero en septiembre del mismo año se debió hacer cargo del gobierno intendencia de Santiago del Estero, donde permaneció hasta diciembre en que fué relevado por el coronel Tomás de Allende, pasando Chiclana a hacerse cargo del gobierno intendencia de Salta para luego tomar el de Potosí. De regreso en Buenos Aires en 1811, se le eligió popularmente el 23 de septiembre, miembro del Triunvirato, en compañía de Sarratea y Paso. En enero de 1812 renunció al Triunvirato, pero por mediación del Cabildo, después de varias entrevistas con los delegados de éste: alcalde de primer voto don Francisco Javier de Riglos y regidor don Antonio Alvarez de Jonte, se logró que se reintegrara al seno del gobierno. Debido a la revolución del 8 de octubre de ese año terminó el mandato del doctor Chiclana, que el 15 de noviembre de 1812 fué nombrado gobernador intendente de Salta donde prestó importantes servicios al general Belgrano en la organización del ejército. Por diversas causas, muchas de ellas malos entendidos, presentó la renuncia del cargo que le fué aceptada, siendo reemplazado por el coronel Fernández de la Cruz el 26 de octubre de 1813. No obstante, volvió al norte en virtud de que fué designado en diciembre de 1814, por el director Posadas, comisionado para la provisión de víveres del ejército, cargo en el cual se mantuvo hasta 1816 en que regresó a Buenos Aires. Poco tiempo después, por oposición al gobierno del general Pueyrredón, en 1817 fué desterrado por éste a los Estados Unidos, adonde marchó, estableciéndose en la ciudad de Baltimore. En mayo de 1818, por la miseria que pasaba decidió regresar al país, permaneciendo un tiempo en Montevideo, en cuya ocasión su esposa solicitó del gobierno asilo en algún pueblo de la Nación siendo desterrado a Mendoza, lugar donde no pudo llegar por su estado de salud, y ante los requerimientos respectivos, el gobierno le permitió regresar a Buenos Aires. En 1819 se le reintegró al grado de coronel y en 1822 obtuvo su retiro. Fue comisionado en 1819 para tratar con los indios ranqueles cuyas negociaciones llevó a feliz término. Falleció en Buenos Aires el 17 de septiembre de 1826. De él ha dicho Mitre que era: "audaz y turbulento de espíritu, imperioso de genio de voluntad inquebrantable y de ruda consistencia en sus ideas; fue así un hombre de lucha y como hombre de consejo, una fuerza poderosa al servicio de la revolución en la hora de sus más grandes desalientos y de sus más grandes esperanzas". En 1830 el gobierno dictó un decreto disponiendo la erección de un monumento a su memoria en la Recoleta. [2]
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