Notas |
- Tres años después de fenecido su esposo, Josefa de Ibarguren, el 2-XII-1726, ante el Escribano Andrés del Sueldo, instituyó una Capellanía de veinticinco misas rezadas anuales para su eterna salvación, las que debían celebrarse los lunes en el "altar de la Animas" de la Iglesia matriz jujeña. Al efecto la señora comprometía la renta de "las casas de mi morada" en la ciudad, adquiridas -- como sabemos -- en 1688 por su padre don Joseph, en el remate de los bienes sucesorios de mi antepasado Miguel de Ibarguren. La vivienda tenía "sala y dos aposentos cubiertos de madera y teja, corredor a la parte del sur, y tienda y trastienda que cáe a la calle, y zaguán; y patio, traspatio y huerta toda sembrada". El inmueble, tasado en 2.000 pesos, reconocía el antedicho censo a favor de Juan Bautista de Tobalina y de Petronila de Ibarguren -- "mis tios", al decir de la propietaria; censo que posteriormente se canceló. En consecuencia, Josefa de Ibarguren imponía sobre esas "cassas" aquella Capellanía y nombraba primer Capellán al Doctor Joseph de Tobalina Ayala, "mi primo"; mientras la fundadora se constituía "Patrona" de la misma "por los días de mi vida, y para después de mi fallecimiento a mis herederos". Suplicando finalmente al Obispo, Juan de Sarracolea y Olea, "aya por presentado a dicho Capellán que nombro".
El 29-VIII-1737, ante el Alcalde Antonio de Argañaraz y Murguía (tio 2º de la compareciente) "Josepha de Ibarguren" entregó a Pedro de Tordecillas "las casas y tienda que tiene contiguas a la Aduana, por tiempo de dos años", con la condición de que Tordecillas, como precio del alquiler, "derribara la tienda que cáe a la calle Real y su saguán, y la levantara de nuevo desde sus cimientos, aprovechando la madera y teja buena que hubiere, y poniendo, todo lo que no estuviere de provecho, nuevo según estaba". Asimismo Tordecillas comprometíase a componer la techumbre de la sala principal y sus cuartos y corredor, como también levantar las paredes necesarias del patio, traspatio y huerta, y refaccionar lo demás que fuese preciso. A ruego de la otorgante firmó dicha escritura el Maestre de Campo Agustín de Leyza.
Por último, el 30-I-1741, Nicolás de Argañaraz y Murguía, Alcalde de 2º voto de Jujuy (tio 2º también de la señora), fué llamado por "Doña Josepha de Ibarguren", la cual hallábase en cama, en su domicilio, en trance de muerte, dispuesta a otorgar ante dicho funcionario sus disposiciones testamentarias mediante un poder a favor del "Cura Vicario Joseph de Peñalba". En ese documento ella pidió que su cadáver recibiera sepultura junto a los restos de su marido, en la Iglesia de la Merced, con la mortaja y sufragios que dispusieran sus albaceas. Enumeró por bienes suyos a "las cassas" de su morada, donde, "en la sala de vivienda principal", se hallaban 4 lienzos de 2 varas de largo y vara y media de ancho: "el uno de la Madre de Dios de la Soledad" y los otros "del Apóstol San Andrés (santo de su marido), de San Francisco de Asis y de San Pedro de Alcántara". Especificó también la testadora otros cuadros: "el uno de Christo crucificado", el de "la Abocasión de la Purísima Concepción" y los de "San José, San Antonio de Padua, Señora Santa Ana, Santa Rosa de Lima y Señora Rosa de Viterbo"; y los muebles, plata labrada, ropas, alhajas, enseres domésticos, alfombras, colchones y "un mulato llamado Tomás de catorce años". Declaró la otorgante "que no tiene heredero ninguno forzoso"; estableció como sucesora de todos sus bienes a María de las Nieves Zuázola, muchacha que ella adoptó, casada a la sazón con Francisco Arburu; y nombró por albaceas al referido clérigo Joseph de Peñalba, al "Comandante de Caballería y Alcalde Miguel Esteban de Goyechea, y al General Agustín de Leyza". Y veinticuatro horas después de testar, los despojos mortales de Josefa de Ibarguren Pérez Espinosa recibían sepultura en la Iglesia mercedaria de Jujuy.
Cabe señalar asimismo, que el 3 de marzo siguiente, los bienes que dejó la difunta se remataron en pública almodeda, en beneficio de la prohijada y heredera universal Maria de las Nieves Zuázola; quien durante sólo siete años disfrutaría de las rentas del legado inmobiliario y mobiliario recibido -- amén del niño esclavo y de aquella colección de cuadros religiosos \emdash , ya que la agraciada, el 11-II-1748, murió en Jujuy y sus restos quedaron sepultados en la Iglesia local de La Merced.
por Carlos F. Ibarguren Aguirre
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