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Mariscal Pedro Andrés del Alcázar Rodríguez de Zapata, (+)[1]

Varón 1752 - 1820  (68 años)


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  • Nombre Pedro Andrés del Alcázar Rodríguez de Zapata 
    Título Mariscal 
    Sufijo (+) 
    Nacimiento 1752 
    Bautismo 1753  [1
    Sexo Varón 
    Fallecimiento 28 Sep 1820  Yumbel, Biobío, Chile Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. 
    ID Persona I21222  Los Antepasados
    Última Modificación 24 Ago 2021 

    Padre Capitán Andrés del Alcázar Barrios,   n. 1718, Cádiz, Cádiz, España Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 17 Ago 1768, Santa Bárbara, Biobío, Chile Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 50 años) 
    Madre Feliciana Rodríguez Zapata y Sanhueza 
    ID Familia F180510  Hoja del Grupo  |  Family Chart

    Familia Clara de Zumelzu Obregón y Ruiz de Berecedo 
    Matrimonio 1777  [1
    Hijos 
    +1. Juan Enrique López del Alcázar Zumelzu
    ID Familia F9930  Hoja del Grupo  |  Family Chart
    Última Modificación 20 Oct 2012 

  • Mapa del Evento
    Enlace a Google MapsFallecimiento - 28 Sep 1820 - Yumbel, Biobío, Chile Enlace a Google Earth
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  • Notas 
    • Nació en 1752, en pleno territorio mapuche, en el fuerte de San Diego de Alcalá, de Tucapel. Fue bautizado en la Capilla del Baluarte, el 12 de diciembre del mismo año. Hijo del Capitán de Infantería y Jefe del Fuerte, Andrés del Alcázar y de doña Feliciana Rodríguez de Zapata y Sanhueza.
      Entusiasmado, desde sus primeros pasos, por la carrera militar, entró al Regimiento DRAGONES DE LA FRONTERA en calidad de soldado distinguido. Tiempo después llegó de España su nombramiento oficial de Cadete.
      Por un error de copia, figuraba como Pedro del Alcázar, en lugar de Andrés. El Comandante de DRAGONES, el Coronel Ambrosio O'Higgins, le hizo anteponer el apelativo de Pedro, para legalizar la cédula.
      En 1776, Pedro Andrés fue ascendido a Alférez, seguidamente a Teniente en 1783 y a Capitán en 1785. Antes, en 1777, casó con doña Clara de Zumelzu Obregón y Ruiz de Berecedo. De esta unión nacieron: Carmen, Juan Andrés, Mateo (sería sacerdote), Antonia, Juana, Teresa y José Antonio.
      Antes del 18 de septiembre de 1810, Pedro Andrés del Alcázar había tenido su bautismo de fuego en combates y escaramuzas con los mapuches de la Frontera, bajo las banderas del Rey de España. Su primera campaña bajo la Junta de Gobierno criolla sería en auxilio de los patriotas de Buenos Aires, amenazados por una invasión realista en 1811.
      En Concepción se preparó un cuerpo de doscientos infantes y cien dragones de la Frontera, que partió hacia el Atlántico al mando del Teniente Coronel graduado Pedro A. del Alcázar. El citado destacamento, denominado Tropas Disciplinadas, efectuó una notable marcha vía Santa Rosa de Los Andes, Mendoza, Buenos Aires, llegando a este último punto el 16. VI. 1811. Entre los 27 oficiales chilenos que iban en la expedición, figuraban el Capitán Joaquín Prieto Vial, futuro Presidente de la República; el Capitán Manuel Bulnes, padre del Presidente de igual nombre y otros.
      Las fuerzas de Del Alcázar prestaron eficientes servicios en Buenos Aires, de diferente índole, solidarizando con las tropas de la guarnición militar, en la revolución del 8. X. 1812.
      En abril de 1813, el Comandante Del Alcázar solicitó de las autoridades de las Provincias Unidas del Río de la Plata la autorización para regresar a Chile, toda vez que se gestaban importantes acontecimientos independentistas.
      El 18 de abril, las "Tropas Disciplinadas" salieron de Buenos Aires, cruzaron la Cordillera a fines de mayo y entraron en Santiago el 4 de junio, siendo entusiastamente recibidas por el pueblo y las autoridades. Tres días más tarde la Junta de Gobierno envió una efusiva nota por los servicios prestados por Del Alcázar; éste, en su respuesta, agradece en su nombre y en el de su gente y ofrece su concurso, manifestando su ansiedad de "poder recoger siquiera una rama de los laureles que sus compañeros comenzaban a reunir en el sur de Chile".
      La Junta de Gobierno dispuso que las tropas de Del Alcázar se trasladaran a Valparaíso, de donde, después de una corta permanencia, fueron enviadas a Talca. Al organizarse la División Auxiliar, las tropas de Del Alcázar pasaron a formar parte de ella. De esta División se destacó una fuerza de ochocientos soldados, seis cañones y dos culebrinas, que partiendo de Talca, al mando del Coronel Marcos Balcarce, ocupó sucesivamente: Longaví, Cauquenes y Quirihue.
      Cuando se enviaron al norte los valores y documentos de la fragata Thomas, recientemente apresada, se comisionó a José Ignacio Cienfuegos, escoltado por un destacamento de caballería y un cañón, al mando de Del Alcázar. A raíz de este viaje Del Alcázar envió dos informes a O'Higgins sobre la inseguridad del camino.
      En el combate sobre los Cerros de Cucha-Cucha (23. II. 1814), Del Alcázar actuó como segundo del Brigadier Juan Mackenna contra la División realista Urrejola. En tal ocasión, Mackenna dejó un elogioso reconocimiento para Del Alcázar, de quien - dice "me auxilió infinito", fundamentalmente en el complejo movimiento de cambio de posición "bajo el fuego del enemigo".
      Luego de la firma del Tratado de Lircay (3. V. 1814), entre O'Higgins y Gabino de Gaínza, se produjo una fratricida lucha entre los patriotas. Del Alcázar, apoyando a las fuerzas o'higginistas, batió a los carrerinos en Paine, pero sería derrotado finalmente, conjuntamente con las tropas de O'Higgins, por el Coronel Luis Carrera, en Tres Acequias (26. VIII. 1814), al S. O. de los llanos de Maipo.
      Producida la invasión de reconquista del Coronel Mariano Osorio, se unieron los chilenos ante el peligro común, pero era ya demasiado tarde.
      Sobrevino el desastre de Rancagua (1 y 2.X.1814), donde el Coronel Del Alcázar luchó fusil en mano y codo a codo con los heroicos defensores de la Patria Vieja. Fue uno de los que sableando y saltando por encima de los morriones de los soldados de Rodríguez Ballesteros, Montoya, Maroto y Elorreaga, se abrió paso hacia la cuesta de Chada.
      En el éxodo a Cuyo, allí estuvo Del Alcázar, en la retaguardia, protegiendo la retirada por las cumbres andinas.
      En Mendoza, contribuyó a reducir a las tropas de Carrera que ocupaban el cuartel de San Agustín. Seguidamente tomó parte en la preparación e instrucción del Ejército de los Andes hasta que, al frente de su destacamento, cruzó la cordillera con destino al terruño, en enero de 1817.
      Después de la Batalla de Chacabuco (12.II.1817) permaneció en Santa Rosa de Los Andes, organizando un batallón de infantería que propuso crear con contingente de la subdelegación de Aconcagua. De esta manera nació el "Batallón Número 1 de INFANTERIA DE CHILE", cuya organización de detalle y mando quedó a cargo del Coronel Juan de Dios Vial Santelices, en la villa de San Felipe.
      Entre el lapso de las Batallas de Chacabuco y Maipo, el Coronel Del Alcázar participó en el sur del país en la campaña contra las fuerzas del Coronel José Ordóñez, que aliado con los mapuches se había impuesto la misión de mantener en alto el honor de las armas españolas en las plazas de Concepción y Talcahuano.
      Como comandante de las fuerzas que guarnecían Los Angeles, le correspondió al Coronel Del Alcázar enfrentarse al sanguinario comandante de guerrillas Vicente Benavides. Este llegó con sus hordas a Los Angeles el 19. IV. 1819. Benavides exigió la rendición, asegurando que ya había derrotado al General Ramón Freire en un supuesto combate. La contestación de Del Alcázar fue: "Ataque usted cuando quiera; tengo pólvora y balas para esperarlo con la mesa puesta". Benavides no se atrevió a pasar al asalto y se retiró.
      Luego de la expedición a Renaico, en enero de 1820, don Pedro Andrés Del Alcázar fue ascendido a Mariscal (12. IV 1820). Con este alto grado, emprendería una infortunada operación para batir al temible Benavides. En ella encontraría heroica muerte en el Combate de Tarpellanca (26.IX.1820), uno de los pasos del río Laja, en el actual camino a Yumbel.
      Después del desastre de Pangal, el Mariscal Del Alcázar se encontraba en una situación bastante crítica. La guarnición de Los Angeles, con su población civil, estaba aislada y había sufrido ya cuatro asedios de la indiada manejada por Benavides.
      En estas circunstancias recibió Del Alcázar una falsa orden para que abandonara Los Angeles y cruzara el Laja por el vado de Tarpellanca, para unirse a las tropas de Concepción en las proximidades de Yumbel.
      Engañado o no, el Mariscal Del Alcázar se impuso la obligación humanitaria de salvar a la población angelina, particularmente a las mujeres y niños. Si éstos permanecían en la villa, sin protección armada, serían horrorosamente sacrificados. En consecuencia, organizó una columna con carretas, animales y el total de los moradores, que marchó hacia el Laja escoltada por las fuerzas del veterano militar.
      Dejó la villa el 25. IX. 1820 al frente del Batallón de CAZADORES DE COQUIMBO, cuarenta o cincuenta artilleros, cien a doscientos indígenas amigos y cerca de un millar de paisanos.
      Del Alcázar llegó al vado de Tarpellanca con su columna de fugitivos al amanecer del 26 de septiembre. El río Laja formaba en esa época, frente al paso, una isla que lo dividía en dos brazos. Cuando la población angelina se encontraba en la citada isleta y parte de las tropas en la ribera opuesta, emergieron por todas partes una cantidad impresionante de fuerzas realistas, soldados e indígenas, que alzaban sus armas en señal anticipada de victoria...
      De inmediato Del Alcázar hizo rodear a la población civil por las pocas carretas y cuanto artefacto se encontró a mano. Los soldados ocuparon posiciones en la periferia del dispositivo "erizo". Las tropas que habían cruzado el río regresaron a la isla arenosa para reforzar la defensa. El único que no se plegó al improvisado baluarte fue el Teniente Coronel Isaac Thompson, Comandante del COQUIMBO. Según declararía después, había pretendido ir en busca de ayuda a Concepción.
      Tampoco tenían mejor resultado los ataques de los montoneros del Comandante Juan Manuel Pico. Los patriotas, bajo las electrizantes voces de mando del Mariscal Pedro Andrés del Alcázar, disparaban con excelente puntería y corrían de un lado a otro para tapar huecos o rechazar a los más audaces que lograban pisar la isla.
      Agotadas las municiones, los defensores de Tarpellanca se mostraron dispuestos a pelear con cuchillos, bayonetas y a culatazos. Fue el momento en que Benavides y Pico enviaron un parlamentario a proponer una capitulación honrosa, asegurando la vida y libertad de los pobladores. Los oficiales serían hechos prisioneros y la tropa seria distribuida en las guerrillas realistas.
      Si Del Alcázar hubiese estado sólo al frente de sus soldados, habría continuado batallando o se habría abierto paso como lo hiciera en Rancagua. Mas las mujeres, niños, ancianos y enfermos debían tener una oportunidad de salir con vida, evitando una feroz masacre. No había poder humano que le ofreciera otra disyuntiva. Del Alcázar creyó en la bandera de paz. Jamás se imaginó o no quiso creer en un absurdo martirologio.
      La heroica jornada de Tarpellanca (26. IX. 1820) había terminado, luego de la firma de capitulación, efectuada a las 2 A.M. del día 27, pero con los primeros rayos del sol, se desencadenaría la hecatombe más brutal que escapa a todo lo concebible.
      El 28 de septiembre los prisioneros recibieron orden de continuar la marcha, luego de pernoctar en San Cristóbal. Cerca de Yumbel, los oficiales habían sido encerrados en un rancho, donde fueron ultimados a sable, lanza y balazos. Entretanto el Mariscal Del Alcázar y el Comandante Ruiz fueron lanceados y destrozados sus cuerpos en medio de un desenfrenado chivateo. Se cree que el cacique Catrileo fue el que primero lanceó al veterano soldado tucapelino.
      Fuente: http://www.ejercito.cl/historia/heroes_alcazar.php

  • Fuentes 
    1. [S760] Vergara Prado, Florencio, Vergara Prado, Florencio, (fvep(AT)hotmail.com).