Notas |
- Dagoberto Enrique nace el 19 de febrero de 1950. Fue el tercero de 9 hermanos, hijo de Dagoberto O. Pierini (destacado Profesor de Dermatología y Alma Mater de Archivos Argentinos de Dermatología) y de Ruth Rocca. Estudió en el Colegio San José, de los Padres Bayoneses, desde 1º grado inferior (1956) hasta recibirse de bachiller (1967). Ingresó en el equipo de rugby del Colegio, donde jugó durante muchos años, incluso después de egresar, y conservó siempre su pasión por ese deporte. Amaba también la música folklórica, argentina y latinoamericana.
Era un incansable organizador de campamentos, y con su familia recorrió gran parte de las rutas de nuestro país, de sur a norte. México, Bolivia, Nicaragua, fueron también destinos de sus viajes. Desde muy joven, a partir de su experiencia en los Campamentos Universitarios de Trabajo (1969), dedicó su vida al compromiso político y social, que mantuvo hasta el final de sus días con honestidad.
Tuvo 4 hijos (Fernando, María Laura, María Victoria y María Silvina) y tres nietos (Manuela, Mateo y Simón). Hace 2 años había festejado sus 60 años al lado de su compañera Ana Espain, su extensa familia y sus amigos de toda la vida.
Conocía a Dagoberto Pierini, desde muy joven y cuando recién se había incorporado a trabajar en Archivos Argentinos de Dermatología en la década del 70. En esa Revista desempeño su actividad y fue escalando posiciones hasta llegar a ser Secretario General desde el año 1981 hasta la fecha. Fue insustituible en su trabajo y siempre un amigo de todos los médicos que concurrían a la Biblioteca de Archivos. Tenía gran disposición para colaborar en la búsqueda bibliográfica que le solicitaban y aportar en ello toda su información y experiencia. Pero además intervenía en el armado de la Revista, en la incesante búsqueda de patrocinantes, en la recepción de trabajos a publicar, enviando los mismos a los integrantes del Cuerpo Editorial para su revisión y aceptación y a veces exigiéndoles cuando se demoraban.
Su personalidad se caracterizaba por su tranquilidad y gran sensibilidad, que expresaba cotidianamente, en la interrelación con los dermatólogos que requerían su colaboración. No puedo dejar de tener presente en el momento que escribo esta nota, la imagen de su presencia en el stand de Archivos Argentinos de Dermatología, durante los Cursos Pierini y los Congresos de Dermatología.
Constituyó realmente y sin lugar a dudas, la cara visible de la Institución y su ausencia se sentirá en todos los ámbitos de nuestro Medio Dermatológico.
por Norberto Grinspan Bozza
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