Notas |
- La Iglesia Nuestra Señora del Rosario fue construida con el esfuerzo del pueblo azuleño. ARCHIVO/EL TIEMPO
Por Javier Elissamburu yEduardo Agüero Mielhuerry
La Iglesia Nuestra Señora del Rosario fue construida con el esfuerzo del pueblo azuleño. Desde aquella piedra fundacional colocada en abril de 1900 hasta su inauguración el 7 de octubre de 1906 pasó un período muy corto. Sin embargo, la culminación del Templo se concretó entrada la década del ’30 del siglo XX.
La espléndida Catedral que hoy todos conocemos apenas eran unas cuantas paredes y un montón de escombros cuando el joven Padre César Antonio Cáneva llegó a nuestra ciudad una fría tarde de julio de 1903. Una precaria obra que estaba a punto de ser demorada definitivamente por falta de recursos económicos. Sin embargo, el nuevo Cura Párroco supo incentivar los ánimos de la comunidad logrando una participación masiva para concretar la construcción. Como él decía: “Levantar un templo es colocar un sostén a la dignidad humana”.
La historia de Azul reserva para Cáneva una página dorada y preserva del olvido cientos de nombres que hicieron posible, a través de las más variadas donaciones, la concreción de un templo “levantado por todos como expresión de fe y esperanza”.
Muchos son los hitos en la construcción y uno de los más especiales se dio en 1912, es decir, hace exactamente un siglo, cuando se echaron a vuelo las campanas…
La campana es un instrumento musical en forma de copa invertida que consta de tres partes: El Jubo, o yugo, que es el armazón de hierro o madera del que cuela la misma y sirve para voltearla; la Copa, de bronce, fundida con diversas aleaciones; y el Badajo, que es la pieza metálica que sirve para hacerla sonar, cuya pira o coronilla de hierro macizo.
El vocablo campana se utilizó por primera vez en un documento del siglo VI y empezó a utilizarse con regularidad en una región italiana llamada Campania, de donde, tal vez, tomó su nombre.
Las campanas de la Iglesia fueron donadas por la señora Magdalena Arieu de Boubée, quien residía en París. Desde allí le escribió al Padre Cáneva informándole su intención de hacer la donación. Además agregó en la carta que las mismas fueron construidas especialmente “con gran sonido y elegancia” en Orleáns, ciudad próxima a París, a orillas del Loira.
Llegadas en barco a Buenos Aires, fueron traídas a Azul en el Ferrocarril del Sud y, gratuitamente, desde la Estación hasta el Templo por Juan Peluffo y Corado, propietarios de una “Empresa de Cargas y Descargas”.
Su colocación en la torre estuvo dirigida por Pedro Menestrari y las cadenas empleadas se hicieron en el taller “La Moderna” de Monetti y Amadeo. A su vez, en el complejo montaje de las mismas se involucró la Empresa Franchini y Colombo, que había tenido a su cargo la construcción de la torre.
Definitivamente instaladas, superando varios inconvenientes climáticos y edilicios, se procedió a bendecirlas con un rito lleno de poesía y simbolismo: exorcismo, lavatorio, imposición de nombres, padrinos, unciones, abundante incienso, sahumerio, cantos y lectura del Evangelio.
De los textos de esta bendición se deduce que las campanas son eco de la voz de Dios por cuanto, suspendidas en los altos campanarios, no llega hasta ellas el tráfago de las cosas humanas ni la distraen ni turban las vicisitudes de los tiempos, sino es por asociarse a las manifestaciones religiosas y fiestas solemnes.
Entre varias frases, Cáneva sostuvo: “Si tuviéramos un campanero podría interpretarse con ellas una ópera completa con sus tañidos”. Y no se equivocó…
Las campanas llevan por nombres “Dominga”, “María Magdalena” y “Juana María” y pesan, respectivamente, mil cuatrocientos, novecientos cincuenta y setecientos cincuenta kilos, siendo sus madrinas: la donante, María Magdalena Arieu de Boubée, su madre, Dominga Birabent de Arieu (anterior propietaria de la casa que adquiriera el Dr. Bartolomé Ronco) y su hija, Juana María Boubée .
Al cumplirse hoy el centenario de tan particular acontecimiento, al mismo tiempo que el templo celebra sus 106 años, desde el Museo de Arte Sacro “Monseñor César A. Cáneva”, se invita a la comunidad a participar de las visitas guiadas que se realizarán hasta el Campanario por primera vez, el próximo domingo 14 de octubre, desde las 18 horas, para contemplar desde cerca a “las damas de la música celestial”.
[1]
|