Notas |
- Sacerdote. Desde joven se dedicó al estudio y fue su maestro el doctor Miguel Ignacio Alurralde, hombre de gran talento, de vasta ilustración que había formado numerosos sacerdotes. Confirióle las primeras órdenes en 1846, el Obispo de Cuyo Dr. Quiroga Sarmiento. Desde esa época ejerció su ministerio en la iglesia matriz de Tucumán, el cargo de juez de diezmos en 1849, y diversas comisiones. En 1851, fue secretario del provisor y vicario apostólico de Salta, doctor Alurralde; fiscal eclesiástico de la diócesis de Paraná y secretario del Obispo Dr. Segura hasta 1861, en que regresó a Tucumán. En 1864, inició sn actuación docente en el Colegio Nacional de Tucumán, donde dictó las cátedras de historia y geografía. Fue nombrado vicario foráneo y juez eclesiástico, y en 1868, se lo ascendió a provisor y vicario general del Obispado. Después figuró corno canónigo magistral de la Catedral de Salta. Instruido el Papa Pío IX de las virtudes que lo adornaban, lo invistió Obispo de Berissa, en 1872, siendo consagrado en Buenos Aires por el arzobispo doctor Aneiros. Luego partió para Salta a ejercer su ministerio en calidad de Obispo auxiliar. Por la austeridad de su vida y la rectitud de sus juicios, captóse las simpatías del pueblo y del clero. El Obispo Diocesano le encomendó la tarea de organizar el Seminario de Salta del que fue Rector. Permaneció en Salta por espacio de ocho años. En las visitas pastorales de las vicarías de Santiago del Estero y Catamarca durante los meses de noviembre y diciembre, contrajo la dolorosa enfermedad que lo llevó al sepulcro. Colaboró con el sacerdote inglés Kenelm Vaughan, capellán privado del Cardenal Arzobispo Manning en su tarea difusora de la Biblia en la Argentina, en 1880. Rehusó altos cargos, solo dos veces fue diputado a la legislatura de Tucumán en épocas difíciles. Su muerte ocurrida en Salta, el 12 de agosto de 1888, conmovió a toda la diócesis. El gobierno le decretó honores y sus restos recibieron sepultura al pie del altar mayor de la Iglesia matriz de Tucumán. Despidió sus restos el Padre M. A. Boisdron, y presidió el duelo, el gobernador de la provincia Dr. Benjamín Paz. Mons. Aráoz era alto y muy bien proporcionado, rubio y de ojos azules; sus facciones finas y bien delineadas; el conjunto de su persona imponíase por la distinción y la majestad. El doctor Ramón J. Cárcano expresó que "Era religioso por sentimiento, ílustrado por inclinación, grande y noble por carácter". [1]
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