Notas |
- JUAN ESTEBAN DE ANCHORENA Y ZANDUETA, vio la luz del mundo en Pamplona, y fue cristianado el 15-II-1734 en la iglesia de San Nicolás. En 1751 - frisando en los 17 años - el mozo llegó a Buenos Aires, y en la ciudad porteña dedicóse al comercio y no tardó en levantar considerable fortuna. La próspera carrera comercial de don Juan Esteban, podría llenar todo un volumen relativo a la vida económica rioplatense durante la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. Desde Cádiz a Montevideo, cruzaban el Atlántico los navíos de registro repletos de efectos y manufacturas consignadas a Anchorena, y en la vecina orilla se producía el trasbordo de sus cargas a veleros de menor calado, que las desembarcaban en la rada bonaerense. También desde las costas africanas de Angola, la trata negrera recorría parecido intinerario hasta el riachuelo de Barracas; y, de ahí, los esclavos eran conducidos a las dependencias de la Real Compañía de Filipinas o a la Compañía Real Inglesa instalada en el bajo del Retiro, en cuyos galpones se clasificaban las "piezas" antes de ofrecerlas al mercado, donde Anchorena y otros traficantes locales adquirían esos negros para internarlos y revenderlos en el alto y bajo Perú y el Reino de Chile.
Por vía fluvial, nuestro negociante recibía zurrones y tercios de yerba mate del Paraguay; y por vía terrestre el tráfico mercantil lo efectuaba en grandes caravanas de carretas, a lo largo y ancho del país; cuyos viajes por temor al asalto de los indios, requerían una escolta de gente armada para cada convoy. Al llegar las tropas con las mercaderías de Anchorena a Jujuy o a Mendoza, sus agentes en dichas plazas despachaban las cargas a lomo de mula; en el primer caso hacia Chuquisaca, Cochabamba, Potosí, Tarija, Chichas, Oruro, El Cuzco y La Paz; o, las que trajinaron la ruta mendocina desde Buenos Aires, atravesaban los Andes con destino a Santiago de Chile y demás poblaciones transcordilleranas.
De esas alejadas regiones interiores, don Juan Esteban hacía traer de retorno los productos naturales y elaborados de las respectivas industrias lugareñas - maderas, cueros, frutas secas, panes de azúcar, petacas de tabaco, botijas de vino y vinagre, pipas de aguardiente, odres de miel, fardos de algodón en rama, ponchos, pellones, tejidos de la tierra - para venderlos en la ciudad porteña o colocarlos en el exterior.
De tal modo, gracias a su formidable espíritu de empresa, mi cuarto abuelo Anchorena acumuló enormes ganancias en dinero y bienes de capital, que acrecentarían después, en mayúsculas proporciones, sus tres hijos, y, más tarde, recayeron por herencia en los numerosos descendietes de ellos. Alguien ha dicho que así como la historia de Alemania está íntimamente ligada a los Krupp, la de Estados Unidos a los Rockefeller y los Morgan, la de Francia e Inglaterra a los Rotschild, la historia argentina - en muchos aspectos - se liga a los Anchorena y al conjunto de viejas familias tradicionales vinculadas con éstos por matrimonio, amistad o interés. Precisamente el apellido Anchorena vino a resultar, en pasados años, para nuestro pueblo, símbolo de dinero, de poderío y prestigio social. Estanislao del Campo en su Fausto gauchesco, impreso en 1866, pone en boca del Diablo esta cuarteta destinada a tentar al personaje de Goethe, llevado a la ópera por Gounod:
"Si quiere plata tendrá:
mi bolsa siempre está llena,
y más rico que Anchorena
con decir quiero, será".
Y casi media centuria después, en 1915, "Yacaré" (Felipe H. Fernández), vate precursor del actual lunfardo literario, expresó en una de las estrofas de su soneto Batiendo el justo:
"Mi cuna, mi laburo y mi apellido
baten el justo de un pasao florido
que ni Anchorena con su vento emparda ... "
La monografía de Carretero
En 1970, Andrés M. Carretero publicó un libro titulado Los Anchorena; política y negocios en el siglo XIX. Para elaborar su monografía, el autor se dió a rebuscar en los legajos existentes en el Archivo General de la Nación: cartas, borradores y papeles, entre éstos - aunque lo calle el pesquisante - la copiosa correspondencia mercantil de don Juan Esteban, que donara Carlos Ibarguren, mi padre, a dicha institución estatal. De entrada, en su libro, el prejuiciado y malevolente buscón de referencia, si bien no apostrofa a lo carretero contra los miembros de la estirpe argentina de que trata, con inocultable obstinación resentida, cree haber descubierto un documento importantísimo, que atañe a la actividad comercial del fundador del linaje entre nosotros, y estampa alborozado: "Muchos biógrafos e historiadores insisten en darle prosapia de alta alcurnia, rastreando en los árboles genealógicos de viejas familias españolas, pero la verdad concreta es que este Anchorena se dedicó, en la pobrísima ciudad que era Buenos Aires en aquel entonces, a una actividad desprovista de fastos hidalgos y bien acorde con el medio circundante, pués aparece como pulpero en 1767". (Lista de Pulperías, Tiendas y Tendejones, en A.G.N. Libro de Bandos nº 3, folios 136-140, correspondiente a los años 1742-1767).
Quien lea ese párrafo contundente, se lo imaginará al vasco Anchorena en mangas de camisa, detrás del mostrador con reja de fierro de su pulpería, despachando caña y ginebra cual el tano Sardetti en el folletón "Juan Moreira"; mientras los parroquianos, más o menos temulentos, juegan a la baraja, gritan, se enojan, blanden los facones y se cosen a puñaladas.
La pulpería - propiamente tal - fue mirada por las autoridades, desde los tiempos coloniales, como fuente de delitos, de vicios y de embriaguez, y las ordenanzas y resoluciones gubernativas las calificaron, a menudo, de "centros de perdición", de escándalo y de inmoralidad; por eso sus locales fueron constante objeto de vigilancia. De yapa, la actividad de "Pulpero", en el concepto social, resultaba entonces menospreciada por poco digna, a diferencia de la de comerciante, tendero u otra de igual categoría, que era respetable.
La voz "pulpería" (que según los lexicógrafos deriva de "pulque" - aguardiente -, bebida esperitosa de los araucanos hecha de frutas silvestres fermentadas) es definida así - en forma asaz equívoca - por la Real Academia Española: "Tienda en América, donde se venden diferentes géneros para el abasto, como son vinos, aguardiente o licores y géneros pertenecientes a droguería, buhonería, mercería, etc". Y bien, entre los propietarios de Pulperías, Tiendas y Tendejones" de Buenos Aires, que aparecen en la "Lista" encontrada por Carretero, figura Juan Esteban Anchorena; mas tal quehacer - en el mostrador del boliche o mercería - era cumplido por un dependiente, personero o habilitado de dicho capitalista, el cual, eso sí, adelantaba fondos y proveía mercaderías para la marcha del negocio. Precisamente, en el año 1767, que señala "la verdad concreta" descubierta por Carretero acerca del oficio de don Juan Esteban, éste se encontraba en Potosí, a 442 leguas de distancia de su "pulpería" bonaerense, ocupado allá en transacciones de mayor cuantía. En efecto, el 26-I-1767 en Buenos Aires, ante el Escribano Francisco Xavier Conget, compareció Cristóbal de Aguirre "de este comercio" (fuerte mercader y conspicuo vecino que sería, a partir de 1778, concuñado de Anchorena - ver el apellido López Anaya), quien sustituyó un poder que les tenía dado, el 15-II-1765, a Manuel Acuña Nievas y a Manuel Francisco Acevedo para pleitos y cobranzas. Ese mandato lo sustituía Aguirre en Juan Esteban de Anchorena, en primer término, en segundo en Ignacio Barañano y en tercero en Francisco Gorriti, los tres "residentes en la Villa Imperial de Potosí".
Arremete el marxista Sebrelli
"Apogeo y ocaso de los Anchorena" titúlase otro libro aparecido en 1972, bajo la firma de Juan José Sebrelli.
Este deslenguado comunista, nacido por casualidad en nuestra tierra generosa, lejos de haber sido oprimido por el ambiente burgués que lo rodeaba, alcanzó, gracias a la tolerancia de nuestro liberalismo, el título de Maestro Normal - vale decir, de educador y guía ideológico de la juventud argentina. La Facultad de Filosofía y Letras le abrió, de par en par, sus puertas; y la revista Sur, de Victoria Ocampo, en 1952, le daba al joven desconocido espaldarazo literario, acogiendo en sus páginas las miasmas sociológicas desprendidas de Marx, de Sartre, de Simone de Beauvoir, de Marcuse, con las que Sebrelli - ácrata en el papel impreso y de pluma fácil - cargaba sus colaboraciones "histórico-politicas".
Lo mismo que la de Carretero, esa publicación sobre los Anchorena repite que don Juan Esteban "comenzó desde muy abajo con una pulpería instalada en 1767"; y seguidamente, tomando como pretexto el linaje de referencia, arremete el autor contra "la familia típica de la alta burguesía argentina". "La familia - discurre Sebrelli - no es una entidad inmutable y eterna con características inscriptas en un cielo platónico, como sostiene el pensamiento de derecha; no es una célula de la sociedad humana. Más que un hecho natural, biológico, es un producto histórico y social". "La familia - insiste el subversivo didacta - es el elemento fundamental de la sociedad de clases, sobre todo porque ella es el receptáculo de la propiedad privada". "Los tatarabuelos son un lujo de la gran burguesía; el proletariado y la clase media rara vez pasan de los abuelos". "En la sociedad moderna - continua Sebrelli - la familia sigue basándose en los lazos sanguíneos, conservando leyes de tipo arcaico, lazos patriarcales, relaciones jerárquicas de subordinación y obediencia; sigue siendo el receptáculo de tabúes ancestrales. Más que por la educación conscientemente reaccionaria que los padres pueden inculcar a sus hijos, es por esa estructura seudofeudal, propia de la familia, por lo que el individuo es educado en el seno del hogar para amoldarse a la sociedad autoritaria, formándose una concepción conservadora del mundo". "Indisolublemente ligada a la sociedad de clases, la familia está destinada a desaparecer, como antes desaparecieron las tribus y los clanes, con la desaparición de las bases materiales de su existencia". "La familia sólo será superada históricamente - concluye rotundo el normalista de marras - cuando sus lazos sanguíneos e irracionales, su característica opresión de los viejos sobre los jóvenes, los padres sobre los hijos, los varones sobre las mujeres, y los amos sobre los criados, sea sustituída por una forma de camaradería igualitaria y fraternal, en una comunidad universal y racional de hombres libres y responsables de sus propios destinos".
He aquí expuesto, en inequívocos párrafos, el meollo ideológico de ese sociólogo putativo, paradigma de algunos normalistas con vara alta en el magisterio de la nación. Por otro lado el libro de Sebrelli es ágil y divertido. El hombre tiene sentido del humor y de la caricatura, que alterna con calumnias y explosiones de bajo resentimiento. En dicha seuda monografía, los Anchorena y sus parientes o allegados con relevancia histórica: Juan Manuel de Rosas, los Uriburu, los Aguirre y demás colaterales de alguna figuración son puestos como chupa de dómine. Cita también a los Ibarguren, prodigándoles sarcasmos venenosos a mi padre - de igual modo que a Enrique Larreta - a lo largo de todo un capítulo titulado "Dos intelectuales en el clan Anchorena".
De tal suerte, al final del libelo, uno acaba por comprobar, no sin pizca de orgullo, la importancia y el renombre que aún mantienen las familias patricias en la Argentina; y queda convencido, firmemente, que nadie escribirá jamás un volumen de 348 páginas dedicado al "Apogeo y ocaso de los Sebrelli".
Tras de esta digresión bibliográfica, y frente al desenfreno del susodicho publicador, antes de volver a ocuparme del acaudalado cuatriabuelo Anchorena, vienen como de molde a coincidir con mi pensamiento, los siguientes conceptos de Spengler: "La riqueza no es sólo una premisa, sino, y ante todo la consecuencia y la manifestación de la superioridad, y no sólo por la manera en que fue adquirida, sino también por el talento necesario para informarla y emplearla como elemento de cultura auténtica. Hay que decirlo ya abiertamente aunque sea un bofetón para la ordinariez: Poseer no es un vicio, sino un talento del cual son capaces los menos. Es también el resultado de una larga crianza por estirpes elevadas; alguna vez resulta adquirido (aquel talento) mediante una autoeducación basada en vigorosas cualidades raciales por fundadores de familias que se elevan, y casi nunca aparece dado por genialidad original, sin la premisa de un ambiente educador y un pasado ejemplar."
La gran empresa de Anchorena
Juan Esteban de Anchorena organizó su vasta empresa mercantil con corresponsales residentes en las poblaciones del interior, a quienes consignaba, en gran escala - como se dijo -, toda clase de géneros y mercaderías, a fin de que cada uno de ellos, en sus cabeceras territoriales, procediera al almacenaje y venta de esos efectos, según los casos, contratos e instrucciones respectivas; en tanto, de retorno, el empresario recibía de dichos representantes suyos, un número crecido de productos regionales, que colocaba en Buenos Aires o eran destinados a la exportación.
Ya en 1764 (o sea tres años antes "de comenzar desde muy abajo con una pulpería instalada en 1767", como afirman Carretero y Sebrelli) eran agentes de Anchorena en "la ciudad de San Felipe de Montevideo", Francisco Sáenz de Riaño y Gabriel Velazco. Y en 1765 don Juan Esteban, en carácter de apoderado de su paisano Miguel de Learte - que fuera en el Tucumán administrador de los jesuitas expulsos - prestó declaración en un pleito sobre calumnias levantadas contra éste por la venta de ciertos géneros. ()
El viejo Anchorena (ese Don Nadie para los archivistas deletéreos que se ocuparon de él) estableció en España - transcribo textualmente a Carretero - "conexiones comerciales por medio de sus parientes, que lo relacionaron con varias firmas acreditadas, especialmente Genesy y Cia".
Tuvo, es cierto, don Juan Esteban - y así surge de su correspondencia - negocios en la madre patria con importantes compañías y personas que nombraré más adelante. La solidez de su giro le abrió horizontes internacionales, y por vía de aquellos agentes españoles extendió su tráfico lucrativo a Francia, a los Países Bajos, a los Estados Alemanes, a Inglaterra y a las colonias hispanas de América Central. En todos estos destinos colocaba cueros vacunos, tucuyos (lienzos de algodón), partidas de lana, yerba mate, azúcar, pasas y tabaco.
A las provincias del Río de la Plata, al Perú y al "Reino de Chile", don Juan Esteban introducía toda clase de artículos, de mercería, ropas y paños: géneros de Segovia, de San Fernando, de Guadalajara y de Murcia; sedas de Valencia; listonería de Granada y gorros sevillanos; clarines de Francia; ruanes, bretañas, pontivies, chanetones y telas de Sedán: bramantes y holanes; serafinas inglesas; brocadillos italianos y birretes de Génova; felpas, tripes, sempiternas, sargas, bayetas, estopillas, camisas, pañuelos, medias de hombre y de mujer, plumeros, forros, retobos, hilos, peinetas, cuchillos, tijeras, alfileres, botones y menudencias a granel.
Pintoresca resulta la especificación de los múltiples colores de las piezas que, en constantes remesas, nuestro fuerte pañero derramó en los centros poblados del antiguo virreinato rioplatense, y que con prolijísimo detalle fueron asentados en borradores y libros de contabilidad. Figuran ahí largas listas de tejidos oscuros o de abigarrados tonos: negros, verdigrises, atigrados, sangre de toro, rosa seca, nácar, aurora, verde mar, esmeralda, turquí, flor de granada, guinda, cáscara de almendra, perla, lacre, verde caña, sajón subido ... y paro de contar.
El foliculario Sebrelli escribe muy suelto de cuerpo: "Detrás del tendejón, Juan Esteban Anchorena hizo sus primeros contratos con los grandes señores que lo ayudarían en su ascensión". La verdad es que a lo largo de casi medio siglo fueron socios, representantes o mandatarios de Anchorena, muchos individuos calificados por su fortuna y rango social. Sin ir más lejos, Joseph de la Cuadra, en San Salvador de Jujuy, con quien Don Juan Esteban mantuvo el interesante y regular intercambio epistolar que en parte publiqué yo en la Revista Historia (Nro. 49/año 1967) bajo el título de La rebelión de Tupac Amarú através de las cartas de José de la Cuadra a Juan Esteban Anchorena. ()
Tal correspondencia va nombrando a distintas personas casi todas ellas vinculadas al trámite mercantil de circunstancias: Juan Antonio Fernández, consignatario de Anchorena en Charcas, que allá recibe las arrias de mulas cargadas de mercaderías . Era Fernández nativo de Asturias; en 1816 llegó a desempeñarse como Gobernador de Charcas, y en 1825 fue Teniente de Gobernador de Jujuy. Habíase casado en Salta, el 12-5-1785, con Aurelia González de Hoyos y Torres, de cuyo consorcio deriva conocida sucesión, entre ella la familia de Fernández Anchorena. (Ver mi monografía sobre los Hoyos).
En Salta representaban a Anchorena, José de Ormaechea y su socio Manuel Francisco Costas (aquel casado con María Agueda Torres García Varela, y este con María Ignacia Ruiz de Gauna, de cuyos matrimonios provienen conocidas familias salteñas y bolivianas). También los papeles comerciales antedichos nombran a los salteños Francisco Arias Rengel (Maestre de Campo y marido de Petrona de Escobar Castellanos, con la cual dejó numerosa posteridad); a José Velarde, Isidoro de la Peña y José Royo Carrillo. En Jujuy al Tesorero Gabriel Güemes Montero (padre del futuro paladín de la guerra gaucha); al Contador Nicolás de Villacorta y Ocaña; al Fiscal Joseph de Zamalloa (oriundo de Oñate, en Guipuzcoa, y casado con la Jujeña Catalina Clemencia de Olaso Liendo Argañaraz: tronco de muchas estirpes de Jujuy, Córdoba y Buenos Aires. Zamalloa exhaló el último suspiro en Cádiz, el 3-X-1778, de "un tabardillo de los soles que trajo del camino"). A Andrés Eguren, Teniente de Gobernador de Jujuy, consorte de Gregoria del Portal Urrutia, en cuya "chacarilla" alojábanse los negros que Anchorena remitía al Alto Perú (Eguren "murió como un apóstol en 1780; con su esposa Gregoria del Portal resulta el patriarca de los Eguren argentinos. Dos de sus hijas se casaron con los hermanos José Prudencio y José Ignacio de Guerrico,fundadores de esta tradicional familia); a José de Alvarado, con importante tienda (Regidor y Alcalde de Jujuy, donde casó con Segunda Sánchez de Bustamante y González Araujo Ortiz de Zárate, en la que hubo calificada descendencia); y al Coronel Zegada (Gregorio Zegada y Velloso, nativo de Granada, casado en Jujuy con María Mercedes Rubianes Liendo Argañaraz. (ver su sucesión en el linaje de Argañaraz y Murguía). Del vecindario de Buenos Aires se indican; al fuerte comerciante Martín de Sarratea (futuro suegro del Virrey Liniers); a Cristóbal de Aguirre (concuñado de Anchorena); a Juan Bautista Elorriaga, a Francisco Antonio Beláustegui, a Antonio de las Cagigas, tras de los cuales podría seguir un largo catálogo de empresarios porteños que, por sobre abundante, dejo en el tintero. En Potosí fueron apoderados o mantuvieron relación comercial con nuestro personaje, José Escobedo, Intendente de la Imperial Villa; José Vicente Calleja, miembro del Cabildo potosino; el Teniente Coronel, Caballero de Montesa, Indalecio Gómez de Socasa; y José de Zavala Esquivel (que fuera "dueño" del oficio de "ensayador fundidor de las Reales Cajas"). Resultan asimismo factores, corredores o auxiliares de mi antepasado, Juan Hurtado de Mendoza, en Tarija, y en Charcas el Fiscal de la Audiencia Fernando Márquez de la Plata y José Antonio Ruiz de Tagle. Y agrego, en otro plano, a Domingo Villafañe (patrón de tropa de carretas), a Tomás Fernández (llevador de negros a Potosí) y a Victoriano Romero y Juan Luis Ibirí, fleteros, "situadistas" los dos.
Entonces y posteriormente representaron o tuvieron negocios con Anchorena y sus hijos; en Barcelona, Joseph Olivero y Mantells, Jaime Manent Vidal y Cía, y Bruno Llobet y Zeliuj, con sucursal en Málaga; en Valencia los tratantes Mariano Espinosa e hijos, Llanguer Roura y Cía, y Juan Alsina y Ambroa; y en Cádiz Francisco de Paula Ugarte, Antonio de Arribillaga, su hijo Agustín, Juan José de Garay, y la firma Genesy y Cía que vinculó a Anchorena con la casa Hullet Brothers de Londres; la cual, a su vez, conectaría al activo traficante bonaerense con banqueros, proveedores y comisionistas de Francia y otros países europeos.
Viajante con poder de Anchorena, a fin de ajustar contratos en las distintas plazas del norte virreinal, era Juan Crisóstomo de Ezcurra; en tanto se desempeñaba como gerente contador de la casa central respectiva en Buenos Aires, Marcelino Carranza, asistido por su ayudante Marcelino Vega.
Como agentes negociadores o socios en muchas operaciones que los Anchorena emprendían en las provincias arribeñas, figuran más tarde Manuel Salvador Fernández, Tomás de Arregúnaga y Archondo, Ramón Saravia, Andrés de Córdoba y Pedro José Ibazeta, en Salta. En Tucumán, José María Orueta y Roque Pondal; en Jujuy, Manuel de la Quintana y los cuñados de éste Francisco Gabriel y José Antonio del Portal; en Charcas, Sebastián Toribio Cabiedes; y en Potosí, entre otros, Joaquín Obregón Zevallos y Juan Mariano Ibargüen, del cual me ocupo más detenidamente en un "Apéndice" al final de mi trabajo sobre los Ibarguren.
Andando los años, Felipe Santiago del Solar y Juan de Santiago y Barros atendían los asuntos de los hermanos Anchorena en la capital de Chile; y agrego que en 1804 traía cargamentos a Buenos Aires, consignados a mi 4º abuelo, Pedro Antonio Olañeta, después célebre Brigadier del Rey contra los ejércitos y huestes irregulares de la Patria, que luchaban por su independencia política.
Don Juan Esteban se casa. Es nombrado Alférez. Su hogar en la calle de la Merced
El año 1773, como era costumbre entre hidalgos acreditar limpieza de sangre al formalizar sus bodas ( y ello invalida las afirmaciones plebeyas de Carretero y Sebrelli), Juan Esteban de Anchorena y Zundueta, su hermano Juan José - residente en España - y el hijo de este Juan Domingo de Anchorena y Udri, pidieron a la Corte Mayor de Navarra traslado fehaciente de las sentencias pronunciadas en la causa que litigó, en 1734, la tía segunda de ellos Josefa de Anchorena Ezpeleta (por sí y en nombre de sus hijos los Virto Anchorena). Reclamaban, los solicitantes, que "se les diese facultad de poder usar el escudo de armas de la casa de Anchorena, en los sitios y parajes que les pareciese, y que se les guardasen todas las exenciones y prerrogativas que les correspondían como hijodalgos". Y Don Juan Esteban y sus parientes obtuvieron la condigna autorización que terminaba textualmente así; "Nos, condescendiendo con lo que se nos suplica, acordamos dar y dimos las presentes nuestras Letras Testimoniales por patente, en la forma que se nos pide y contiene la sentencia arriba inserta, firmadas por el ilustre Visorrey de este nuestro Reyno de Navarra, y de los Alcaldes de la dicha nuestra Corte, selladas con el sello mayor de nuestra Real Chancillería, y refrendadas por Don Juan Ramón de Esparza, escribano infrascripto y de la causa. Dada en nuestra ciudad de Pamplona a veinte de Diciembre de mil setecientos setenta y tres años". Firman: Por mandado de S.M., en su real nombre, su Virrey "Francisco Bucarelli y Ursúa, y los Alcaldes de su Casa y Corte Mayor, Julián Antonio de Oscariz y Arce, Juan Marino, Ramón Iñiguez de Beortegui y Joachin Josef de Nabascués; todos ante el Escribano autorizante Juan Ramón de Esparza.
El 4-IX-1773 (según consta en el acta respectiva del libro 5 de Matrimonios archivado en la Iglesia de la Merced), Juan Esteban de Anchorena, natural de Pamplona, hijo legítimo de Domingo de Anchorena y de Juana Fermina de Zundueta, se casó por poder y representado por Cristóbal de Aguirre (pues el novio hallábase ausente en el Alto Perú), con Romana López de Anaya, natural de Buenos Aires, hija legítima de Manuel López Anaya y de Juana Ruiz de Gamiz. Fueron testigos; Manuel Prado y Juana María Gamiz, tía abuela de la contrayente. Con posterioridad, el 18-IV-1776, los referidos cónyuges celebraron velación solemne "en la Parroquia que fué de los Jesuitas" (San Ignacio), a cargo del teniente cura Jacinto Ruiz.
Poco antes, el 12-VIII-1775, en el registro del Escribano Eufrasio Josef Boyso, la suegra de Anchorena, Juana Josefa Ruiz de Gamiz, viuda de López Anaya, y Narcisa Ruiz de Gamiz, su hermana, dieron poder a Juan Antonio Fernández y a Juan de Ayzinena (este sin duda pariente de Anchorena), residentes en Potosí, a fin de que ambos mandatarios, en esa Villa Imperial - donde 25 años atrás había fallecido López Anaya con sus bienes embargados, junto con los dotales de su mujer y algunos de su cuñada - trataran de recuperar dichas pertenencias judicialmente retenidas. Y el 28 de noviembre siguiente, también ante Boyso, Don Juan Esteban - en vísperas de emprender un breve viaje al Alto Perú - otorgó escritura de "capital y dote", aportando al matrimonio un caudal líquido de 78.098 pesos y 4 reales, ya que su esposa, doña Romana, no había traído dotación ninguna.
Cinco meses después (25-IV-1776), el gobernador Vertiz nombró a Juan Esteban de Anchorena - "persona benemérita, de valor, conducta y aplicación" - Alférez de Caballería. Era bien maduro el insólito Alférez con sus 42 años cumplidos, la mitad de ellos fructuosamente aplicados a mercar con efectos al por mayor y recibir y descargar cargas de pañetería: nada comparables estas cargas - que duda cabe! - con aquellas de jugarse la vida, sable en mano, sobre el lomo de un noble bruto a toda furia. Por tanto - se me ocurre- que el marcial nombramiento sería puramente honorífico. Sin embargo, el 26-VI-1781, el mismo Vértiz - Virrey a la sazón - ascendió al afortunado cultor de Mercurio a "Theniente" (teniente asaz rancio con 47 otoños encima), y - créase o no - en Febrero de 1784, mi galoneado 4º abuelo - ya cincuentón neto - tuvo bajo su comando al escuadrón de Caballería de Milicias locales, por retiro del Capitán Josef Antonio Ibáñez, marido de Catalina de Narbona.
De cualquier modo, si Anchorena como miliciano ni por asomo asistió a la más mínima batalla, como mercader le tocaría enfrentar sobradas contiendas judiciales y administrativas. En 1778, por ejemplo, la Contaduría de la Real Hacienda le promovió un "reñido expediente sobre si debía pagar el derecho de alcávala a las Cajas Reales de La Plata, por los efectos que allí introdujo".
Carretero y Sebrelli - en sus respectivos libros - afirman de consuno que Don Juan Esteban "en 1779 compró su primera propiedad; una casa en el cuartel 3ro., manzana 42, casa en que nacieron sus hijos". Ello no es del todo exacto.
En el "Padrón" urbano llevado a efecto por el "Rexidor" Cecilio Sánchez de Velazco, en Diciembre de 1778, figura ya con casa propia; "d. Jun. Estev. de Anchorena" de "40 años" (tenía 44), viviendo con "da. Ramona Jpha. lopz, su Mugr" de "24 años"; con la hija primeriza de ambos, María Manuela de "6 meses"; con su suegra viuda "Doña Juana de Ruiz" de "50 años"; con María Manuela López Anaya, de "25 años" (cuñada de Anchorena, que acababa de casarse, el 5-IV-1778, con el próspero comerciante Cristóbal de Aguirre); con dos mujeres solteras (domésticas quizás), Petronila Mañoso y María Josepha Moldes, de 25 y 12 años; y con estos ocho esclavos negros que habitaban bajo el mismo techo: Ignacio (de 14 años soltero), Ignacio Antonio (de 34, casado), Antonio (de 73, soltero), Rita (de 50, viuda), Dominga (de 20, soltera), Cándido (de 4 meses), Josepha (de 20 años, soltera) y Theresa (de 21, soltera). ()
Levantábase la referida vivienda frente a la iglesia y Convento de la Merced, en la calle entonces "de San Martín" - hogaño Reconquista -, sobre la acera que mira al Este, entre la actuales calles Cangallo y Sarmiento.
Oficiosa Gestión de mi antepasado y su posterior partida a España
En 1780, Don Juan Esteban, en representación del altoperuano Dionisio Larrazabal (posible deudo de la familia porteña de su apellido) pidió al Virrey licencia para construir cuatro paradas de molino en las haciendas de aquel, "Quepupampa y Viro Viro", situadas en la provincia de Yamparáes, jurisdicción de Chuquisaca. Seis años después, Anchorena emprendía viaje a España, "a fin de ponerse en cura", pues estaba enfermo y, además, por negocios. El pasaporte, con el permiso para ausentarse de Buenos Aires, le fue concedido por dos años prorrogables y firmado por el Virrey Marqués de Loreto, el 29-III-1786.
Antes de liar sus bártulos, el viajero suscribió (8-II-1786), en el registro del Escribano Boyso, un poder general a favor, primeramente, de su concuñado Cristóbal de Aguirre, señalando en segundo y tercer lugar a su esposa Romana López Anaya y a Juan de Gurruchaga. ()
Y en la misma fecha ante el mismo Notario, el compareciente otorgó otro poder para que - si muriese - extendieran su testamento dichos tres apoderados, siendo nombrada primera albacea doña Romana, su consorte. Dispuso luego Anchorena que a su cadáver lo amortajaran "con el hábito que fuere del arbitrio de sus albaceas" y que éstos lo enterraran en el sitio que eligiesen. Y - excusado es decir - el causante declaró que, a la sazón, solo vivían sus tres hijos Juan José, Tomás Manuel y Mariano Nicolás, quienes, con la madre y tutora de ellos, resultaban únicos y universales herederos suyos.
Con sus papeles en regla nuestro personaje atravesó el mar hasta la Coruña, y de ahí pasó a Madrid. Los médicos y cirujanos de la Villa del Oso y el Madroño lo examinaron, muy prolijamente, diagnosticando, al cabo , que padecía de una úlcera antigua en la pierna - "de 13 años a esta parte" -, que le producía una hinchazón edematosa de resultas de unas tercianas, lo cual configuraba un principio de hidropesía: "enfermedad crónica que no admite curación, en atención a que los sólidos (de la pierna) han adquirido tal flojedad y pérdida de resorte, que no es fácil vuelvan a su antiguo estado". A causa de ello, Anchorena solicitó y obtuvo del Rey la gracia de ser exeptuado de los cargos concejiles, por tres años; y el posterior pase a retiro como "Theniente" de las milicias de caballería bonaerense, debido "a su avanzada edad (52 años) y achaques". Esto le fue comunicado, por el Ministro Antonio Porlier, al Marqués de Loreto, mediante la real orden del 17-X-1787; cuya disposición dicho Virrey hizo saber al Cabildo porteño el 15 de marzo siguiente.
Luego de prolongar un año en la madre patria su estada, don Juan Esteban se embarcó para Montevideo, el 17-X-1787, con permiso del Consejo de Indias fechado el 23 de julio anterior. Junto con él viajó como su "criado" Juan Crisóstomo de Ezcurra, y el barco que lo trajo al Río de la Plata fue la fragata "Nuestra Señora de los Dolores", de la Compañía de Filipinas.
El Consulado
Casi un año antes de haber efectuado ese viaje a España, Juan Esteban de Anchorena, como uno de "los individuos del Comercio de esta muy noble y leal Ciudad de la Santísima Trinidad Puerto de Sta. María de Buenos Ayres" (entre los cuales figuraban otros dos antepasados míos: el navarro Agustín Casimiro de Aguirre y el bearnés Juan Martín de Pueyrredón Labrucherie), suscribió, 7-VII-1785, ante Pablo Beruti, un poder a favor de Manuel Rodríguez de la Vega, de Bernardo Sancho de Larrea y de Martín de Sarratea, para que estos colegas gestionaran, ante el Rey y demás funcionarios competentes, la instalación de un "Consulado y Tribunal de Comercio" en la capital del Virreynato, "como le hay en estas Indias en las ciudades de Lima y México". Y fue así como, por Real Cédula de 30-I-1794, Carlos IV satisfizo ese anhelo de sus vasallos porteños quienes, desde entonces pudieron ventilar en un Consulado local, sus litigios, tratos y contratos, para "maior aumento, seguridad y arreglo de nuestros giros y negociaciones".
El 2-VI-1794 el Consulado quedó dispuesto en Buenos Aires y celebró su primera sesión - después de haber concurrido al Cabildo, cuatro días antes, todos sus miembros a prestar juramento y tomar posesión de sus respectivos cargos. Los componentes del flamante organismo nombrados por el Rey - según real orden que refrendó el Ministro Gordoqui -, fueron estos: Prior Joseph Blas de Gainza (en reemplazo de Manuel Rodríguez de la Vega, que se excusó por sus "notorias enfermedades , avanzada edad de setenta y tres años, y falta de vista"); Primer Cónsul, Juan Esteban de Anchorena (era su Teniente Luis de Gardeazabal); Segundo Cónsul, Juan Antonio de Lezica (su Teniente, Gaspar de Santa Coloma); Consiliarios: Antonio García López, Francisco Ignacio Ugarte, Saturnino Saraza, Isidro José Balbastro, Manuel del Cerro Sáenz, Pedro Díaz de Vivar, Joaquín de Arana, Diego de Agüero y Francisco de Escalada. Síndico Cristóbal de Aguirre: Secretario Manuel Belgrano; Contador José María del Castillo; y Tesorero, Antonio de Larrazabal.
Innumerables asuntos trató esa corporación económica durante los años de 1794 a 1798, en que integró su junta el Cónsul Anchorena. Así, por ejemplo, en la sesión del 29-X-1796, los señores consulares debatieron acerca de un oficio enviado por el Ministro Gordoqui, el 24 de julio anterior desde la real residencia de San Ildefonso, el cual comunicaba que el Secretario de aquella entidad, "Dr. Manuel Belgrano, ha hecho presente al Rey, con certificación de tres Médicos, el deplorable estado en que se halla su salud desde el año 94, y la necesidad de tomar otros ayres para recuperarla; en cuyo fin, solicita se le conceda licencia por un año, con todo el sueldo, para venir a estos Reynos"; pedido que el Monarca había despachado favorablemente, disponiendo que entretanto durara la licencia de Belgrano, sirviera en el empleo de éste Juan José Castelli.
Puesta la real orden de Carlos IV a consideración del Consulado, la gran mayoría de sus miembros acordaron que debía de cumplirse "en la conformidad que se manda", y, en consecuencia, se colocará interinamente para servir la Secretaría a Juan José Castelli, "pero sin perjuicio de las prerrogativas y privilegios de esta Junta de representar a S.M.", en el sentido de que el servicio de Castelli "no deberá reportar premio ni extipendio alguno", atendiendo a que el primo suyo, Belgrano, "marcha disfrutando el sueldo entero".
El Primer Cónsul Anchorena y el Consiliario Francisco Ugarte votaron en contra de sus colegas. Aquel dijo "que al presente poseía salud el señor Secretario, según su aspecto exterior"; que las certificaciones de los médicos exhibidas por éste "no están juradas" (): pese a ello no se oponía a que la Junta accediera a la solicitud de Belgrano para pasar a España. En cuanto a la real orden que mandaba nombrar como Secretario reemplazante a Castelli manifestó don Juan Esteban que "se suplique a S. M., con el debido respeto , se digne su bondad de reponerla (revocarla, cambiarla) haciéndole presente que el Lizenciado Castelli actualmente exerce el Oficio de Abogado público, con Estudio avierto en esta ciudad, cuia facultad repugna el instituto del Consulado", y que "el Oficio de Secretario es de mucha atención e intervención, no siendo (Castelli) jurado ni de responsabilidad; extra de ser pariente inmediato del Sr. Secretario y tutor de los bienes de su herencia, como apoderado general de los albaceas de su padre, Dn. Domingo Belgrano Pérez, como es constante por varios pleitos que ha defendido y actualmente defiende en el Tribunal de este Consulado". Por tanto la Junta -en opinión del Primer Cónsul - debía suspender el nombramiento de Castelli, y disponer que su puesto lo ocupe, interinamente, "Juan Roxo, que sirve de oficial de la Secretaría por 25 pesos mensuales".
Librecambismo y Proteccionismo sobre el tapete
El 18-XI-1797 el gobierno de Carlos IV dictó una real cédula autorizando a buques nacionales y extranjeros, salidos de puertos neutrales o españoles, a expedir mercaderías no prohibidas a América, pero, eso sí, con obligación de retornar a puertos de la metrópoli. "De hecho - destaca Vicente D. Sierra en su erudita Historia de la Argentina - importaba autorizar la intervención extranjera en el comercio de Indias, si bien la obligación de retornar a puertos españoles hacía inoperante la franquicia, ya que estos se encontraban bloqueados por las naves de guerra británicas. Entretanto en Buenos Aires, el estancamiento de los frutos del país y la carencia de géneros europeos constituía motivo de honda preocupación".
"Ni en esta se hallan géneros de Europa, más que retazos, ni hay esperanzas de que vengan, porque a cuatro registros que con bandera neutral salieron por mayo de Cádiz en tres fragatas y un bergantín, vaciando las alacenas de aquella plaza, los apresaron los ingleses" - le escribía (24-VIII-1798) el viejo Anchorena desde Buenos Aires a su hijo Juan José, que estaba en Chuquisaca. "La guerra y enredos de las potencias de la Europa está cada día más intrincada y por consiguiente no hay preludios de paz ... Cádiz está aniquilada de abastos, y solo el respeto, celo y disposición del Sr. Mazarredo (Jefe de la escuadra española) la tiene libre de ataque".
Acá en la capital bonaerense, frente a tal situación apremiante, el Administrador de la Aduana Angel Izquierdo, consultado por el Virrey Olaguer Feliú, opinó "que conviene abrir y ensanchar el comercio de América, para que pueda hacerse por medio de buques neutrales concurrentes, extrayendo los frutos y producciones de estas colonias para las restantes naciones o para los puertos extranjeros a donde elija el comerciante". Izquierdo, practicamente, como se echa a ver, abogaba por la total libertad de comercio.
El Cabildo por su parte (18 y 31-VII-1798), acordó "suplicar al exmo. Sr. Virrey permita la extracción de frutos e importación de géneros para surtimiento de estas Provincias,en embarcaciones extranjeras neutrales, sin que ello se comprenda la plata y oro en pasta, ni amonedado, ni géneros ingleses".
Así las cosas, el Virrey dió traslado de dichas apreciaciones - "pasadas en expediente" - al Consulado, a fin de conocer también el criterio de este organismo representativo de los comerciantes porteños.
El 3 de noviembre debatiose el caso en dicha corporación mercantil, y la mayoría de sus miembros, conformes con el parecer del consiliario José González Volaños, convinieron en síntesis, "que se admita la carga de los navíos extranjeros,siempre que el saldo de sus importaciones lo dedicaran a retornar cargados de frutos del país". El conciliario Anchorena, sin embargo, opuesto a sus colegas, se singularizó por su voto, fundamentándolo así:
Dijo: que habiéndose enterado del expediente con los pedidos que el Administrador de la Aduana y el Cabildo habían hecho llegar al Virrey "para que franquee a todo extranjero neutral introducir los efectos de comercio no prohividos de qualquiera de sus puertos, y retornar sus productos a ellos" - y no directamente a los puertos de España - consideraba "ser ese asunto de mucha gravedad". Refirióse enseguida al tratado de Utrecht, que en 1713 aniquiló el incremento natural del país "por los permisos que S.M. concedió a los ingleses y portugueses para introducir en esta ciudad y puertos sus negociaciones, que trascendieron al Perú, con las tolerancias y ocurrencias más recientes, no desconocidas en este país tan avierto al acomodo". Sostuvo luego que si el Rey obliga a los barcos neutrales extranjeros a dirigirse con sus productos a España, y no les había ampliado el permiso para dirigirse a sus puertos de origen, fue "porque S.M. no lo ha tenido por conveniente, sabedor que por los bloqueos de los enemigos está interrumpida la navegación de los puertos de España a las Américas". Que "aún los legos ... no desconocen que si se franquease a los extranjeros conducir y regresar de su cuenta mercaderías para comerciar con la América Española, y regresar a su voluntad los productos", no se arruinaría solamente el comercio de los Reinos de Castilla, "sino que reduciría estos países a la constitución más miserable y desamparada ... despojando a estas provincias de sus intereses, constiuyéndolas a la maior devilidad con la lleva de caudales y frutos, que fortificarían a los neutrales para cuando quisieran enemistarse con la Corona de España". Que no era desatino pensar que "los ingleses nuestros enemigos", fomentarán y ayudarán a esos neutrales para contribuir a "a la decadencia Española". Que en el país nada faltaba, salvo los artículos de lujo, "pues para la gente de poco caudal y servicio, no solamente no escasea la ropa de la tierra de colores (que ha baxado de precio en estos meses: lienzos razonables de algodón del Perú se han vendido y vienen muchos miles de piezas del Valle de Catamarca, Paraguay y Misiones, fuera de los que aquí se fabrican), sino que sobran para abrigar a las gentes de travajo que visten sin aparato, siendo constante la abundancia de algodón barato en rama, lana de la especie que se quiera ... al paso que los alimentos de carne, pan y verduras, se hallan abundantísimos en esta plaza, y para los que los compren a cortos valores. Por lo que siendo constante quanto llevo referido, repito por mi voto al informe de Su Exma.: soy de sentir que debe observarse puntualmente, sin interrupción, lo que S.M. ordena".
"Tenía razón Juan Esteban de Anchorena - discurre el historiador Vicente D. Sierra - al decir que si el Rey no había ampliado los alcances de la debatida real cédula era porque no lo había creído conveniente, y no estaba equivocado al afirmar que la población no sufría miseria. Su opinión, sin embargo, no podía tener mucho eco, dado que todo el asunto era fruto de una confabulación, en la que actuaban algunos comerciantes y muchos altos funcionarios vinculados a sus negocios, los cuales lograron que Buenos Aires, por su sola cuenta, impusiera la vigencia de un régimen comercial con el extranjero y con barcos extranjeros. Cuando se supo de ello en la Corte, se dictó la cédula de 20 de Abril de 1799, retrotrayendo la situación a su estado anterior".
En todo lo que acabo de transcribir resalta, con meridiana claridad, el decidido patriotismo del negociante Anchorena, quien en la referida emergencia, antepuso los intereses "de los Reinos de Castilla" y de "estas Provincias" a su propia actividad lucrativa - de importador de géneros y efectos de Europa y exportador de frutos vernáculos para allá -, lo cual no se ajusta al terminante "marxista dixit" de Sebrelli: "la actividad política fué para los Anchorena solo un medio para asegurar sus privilegios económicos".
Instrucción Testamentaria
El año (5-VII-1793), ante el Escribano Gregorio Ramón de Merlo, los cónyuges Juan Esteban de Anchorena y Romana López Anaya se dieron poder recíproco para testar, nombrándose Albaceas al que sobreviviese de los dos. Y el 8-XII-1794, "día de la Concepción de N. Sa. la Virgen María, Madre de Cristo quien (sea) salvada y ensalzada", don Juan Esteban dejó escrita de puño y letra, su "Instrucción Testamentaria".
Luego de proclamar su fé católica y la "obediencia a cuanto manda y publica la Santa Iglesia Apostólica Romana y el Sumo Pontífice como Vicario de Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador", el causante declaró haber nacido "en Pamplona, Reino de Navarra, hijo legítimo de D. Domingo de Anchorena y de Da. María Fermina de Zundueta"; como así también ser casado con "Doña Romana Josepha López de Anaya, hija legítima de Don Manuel López de Anaya, natural de Polán en el Ayuntamiento de Toledo, y de Doña María Josepha Ruiz y Gamiz, de esta ciudad ... de cuyo matrimonio, habiendo tenido nueve hijos que constan, además de sus fés de bautismo, en el principio de mi libro de caja, solo viven tres que son: Juan Joseph, Tomás Manuel y Mariano Nicolás". Declara más adelante su aporte dotal - que ya conocemos -, y que su mujer no trajo "dote alguno sino algunas prendas de su servicio, las que ella dirá, y se apartarán del cuerpo de bienes, con su ajuar y cama de uso, como propios". Afirma "que en el día a ninguno debo nada", y que sus bienes eran: "la casa en que vivo, muebles, esclavos, y fuera de ella consta en mi libro de cuentas y cartas originales y copiador de mi correspondencia ...". Declara "que no me ocurre nada que tenga cargo de conciencia, ni motivo de restituir a ninguno por fraude o yerro de cuenta, en todo tiempo que he comerciado durante mi vida, por haber procedido siempre con la legalidad debida ...". Consigna "que unos 800 pesos dobles que dejé mandados, cuando en mi ida a España en el año 86, se separasen de mis bienes, a fin de que si fallecía los destinase mi mujer en lo que le tenía comunicado, quedará revocada... por haberlos ya distribuido en los fines que lo eran dedicados; y lo mismo otros 345 pesos de la cobranza de una deuda, que por no conocer su lexítima pertenencia, en Cádiz los entregue al tesoro del Hospital de Pobres de aquella ciudad, a beneficio de sus alimentos". Declara "que no me acuerdo ni pensado halla quitado a ninguno honra ni fama pública ni secreta ... y si alguna vez hubiera dicho expresiones, o dado apariencias que se me tiene entendido por agraviar contra alguna persona, protesto que no ha sido mi intensión malévola de dañificar a nadie ... y siempre que en mi vida lo llegase a saber, pediré perdón público retractándome ... Es mi voluntad que mi cuerpo sea amortajado y enterrado en donde y como mi albacea dispusiese; y considerando la humildad de mi modo de tratarme en vida, le hago presente, si quiere, haga enterrarme en el campo santo del Hospital de Betlemitas de esta ciudad, si muriese en ella, contribuyendo a beneficio de los pobres enfermos de él con cien pesos; y la ceremonia de entierro y sufragios de los funerales, que le encargo sean moderados, los pueda hacer en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced ... siempre sin aparato ni vanidad, lo que le ruego no olvide ni desatienda. Mando procure no seguir el abuso que hacen en esta ciudad, de la distribución con título de limosna pública y privada en los que tratándose de pobres, se valen de este título y viven sin más atensión que siguiendo la ociosidad en este ejercicio; haciendo reflección que, en pago tan abundante de alimentos y terrenos como Buenos Aires, solo puede ser pobre el totalmente impedido y accidentado hasta su curación, por lo que le encargo que solo certificando sin ligereza, y en urgente necesidad de alguno, pueda socorrer con lo que le parezca; sobre que le repito tenga mucho cuidado, por que somos responsables de los pecados que fomentamos, siendo obligados a evitarlos ... Nombro por mi universal y única Albacea, si me sobrevive ... a mi esposa doña Romana Josepha López de Anaya ... y la nombro ... tutora y curadora de mis tres hijos expresados ... y es mi voluntad que si alguno de los dichos mis hijos, en cualquier estado que estubiesen, solicitare, por si o por otra persona a su nombre, la liquidación de su pertenencia hasta su recurso por demanda judicial; por este mismo hecho lo desheredo de la parte del tercio y quinto de todos mis bienes que le pueda tocar, y los dispenso a los otros, u otro, que se conformen con lo que su madre le señale; y si todos usaren del medio judicial referido contra su madre, los desheredo de todo lo que corresponda a mi grueso durante la viudez de su madre; la que podra retenerlo con poder para hacer uso de sus intereses, de que no será obligada a adelantarles nada; y si muriese en el estado de viuda podrá disponer de ese grueso como suyo, sin que nadie pueda prohibirle, y sólo en caso de que contraiga matrimonio les corresponderá a mis hijos como herederos míos, el principal con los demás bienes respectivamente. Declaro por universales herederos de todos mis bienes, derechos y acciones, presentes y futuras... a los referidos mis tres hijos Juan Joseph, Thomás Manuel y Mariano Nicolás ... con lo cual queda concluída, por ahora, esta disposición testamentaria, que pido y encargo a mi esposa, como Albacea, la ponga en efecto ... y le ruego me perdone si en algo la hubiere ofendido ..., y así mismo suplico a todos mis prójimos me perdonen por todo lo que les hubiere agraviado y faltado a mi obligación en ayudarles para su bien espiritual y temporal, como lo expreso para salvarme ...".
Las noticiosas cartas del padre a su hijo Juan José Cristóbal (1798-1806)
Ahora penetremos en la intimidad del viejo Anchorena, oigamos sus confidencias estampadas en las cartas que dirigió a sus hijos, dando rienda suelta a sus pasiones, prejuicios, antipatías y favoritismos, a sus temores y esperanzas respecto a la marcha de los intereses y negocios de su empresa mercantil. Dicho epistolario confidencial, escrito al correr de la pluma, pone de relieve su voluntad tenaz para el trabajo, sus hábitos de economía, su espíritu conservador sobremanera utilitario - no fue precisamente don Juan Esteban un Quijote, y el historiador Saldías bien lo definió al decir que era "tan rígido en sus costumbres como honorable en sus procederes e inflexible en sus resoluciones". Veamos como contempla ese cuarto abuelo mío el mundo que lo rodea; trasladémonos a su época, y leyendo sus misivas íntimas, salpicadas de noticias, de avisos, de comentarios, revivamos los acontecimientos históricos que venían sucediéndose en Europa y en el Virreinato del Río de la Plata. En tales gacetillas particulares, destinadas regularmente a sus hijos (anexas, desde luego, a las directivas y encargos que requería el desenvolvimiento de un cuantioso intercambio lucrativo con las provincias y la metrópoli distantes), el corresponsal nunca pensó escribir para la historia, pero ese montón de cartas suyas resultan, hogaño, fuente de datos inéditos que dan a conocer no solo el carácter del epistológrafo, sino también el medio ambiente dentro del cual al conspicuo personaje le tocó vivir.
El año 1798 don Juan Esteban envió hacia el Alto Perú, como agente de negocios, al mayor de sus hijos, mi tatarabuelo. El correo para Potosí tardaba alrededor de 30 días en llegar a destino desde Buenos Aires de donde partía todos los 26 de cada mes. He aquí los párrafos resumidos de la serie de cartas, hasta 1802, dirigidas por Anchorena a su primogénito, cuyas respectivas fechas van puestas por mí entre paréntesis. Así reza el sobrescrito de la primera misiva; "a don Juan Joseph de Anchorena que guarde Dios muchos años. En camino a su llegada a San Miguel de Tucumán". En efecto, el joven Juan José emprendio la marcha a principios de abril a Potosí . En esa primera carta, del día 26 de dicho mes, el padre le requería y aconsejaba al viajero; "si tienes lugar escribirás como te ha ido por el camino de Córdoba, Santiago y esa, procurando no ser peresozo para no demorarse y sentir menos las incidencias del viaje, en el que no escuses observar, ver lo decente, oir y callar, sin disputar ni manifestar inclinación a la hojarasca y lisonja, ni a hombres vanos, sino a las buenas obras y a las que mantienen honra sin aparato...".
(Mayo 26) "... Al ver tu carta que cerraste en Tucumán ... se me representó te preocupaba el turbillón de tu caminata, la que, enterminando espero te repongas, acordándote de ir practicando las cosas bien, aunque con espacio, sin pereza ... Considero al recibo de ésta te halles en Potosí ... La guerra sigue cada vez más enconada (entre España y Francia contra Inglaterra) ... Las noticias del día aquí son las siguientes ... el día cuatro de este asaltaron ocho ingleses y un negro de los prisioneros que estaban en la Residencia (San Telomo) a un falucho que tenía fletado Necochea (Francisco Casimiro, padre de Mariano el futuro General), que debía salir cargado de cacao al día siguiente desde las balizas (hacia Cabeiro, en la Coruña) ... y habiendo echado en el bote tres hombres que estaban a su bordo, se largaron con el falucho, y al día siguiente salió una lancha y otro falucho armado con 50 hombres y remos, y como calmó el viento, los abordaron y trajeron presos ... Llegó de la Coruña el aviso 'La Alcudia', habiendo arrojado al mar la correspondencia, al ver a dos fragatas francesas que le parecieron inglesas y le hablaron en inglés ... Se ha dicho que el Directorio francés ordenaría a su Embajador en Madrid, que los encargos tratáse solo avocándose con el Rey, y no con los Ministros ... al Conde de Cabarrús, despachado de Embajador por la Corona de España a Paris, dicen lo rechazó la Junta francesa por ser francés; y digo, no había españoles a quienes despachar?; por lo que luego fué de Embajador el Ministro de Gracia y Justicia don Gaspar Melchor de Jovellanos ... El Emperador de Alemania y el Turco han anunciado la guerra a la Viena, lo que siendo así, esto parece promovido por los franceses para que no ayuden a Inglaterra, según mi concepto. La guerra en Europa cada día está más enredada sin viso de término, y es temible que por Octubre se nos vienen los ingleses, si por allá no los atajan con algún ataque, desembarco o arbitrio ... Llegó a Montevideo "Buen Jardín" con 200 negras y negros que dicen son de la compañía de la mujer de don Manuel Cipriano Melo ... Llegó el correo de Chile que llevó el despacho del Sr. Virrey: dijo que a principio de éste (mes), al pasar la cordillera, cayó una nevada y los negros de don Vicente Murrieta y su compañía murieron 28, y con otros antes pasarían de 50...".
(Junio 26) Se queja don Juan Esteban de los primeros frios y da cuenta que "Echuburu" (el Escribano Joseph García Echuburu) y "don Facundo" (Prieto y Pulido) y "el Oidor Caveza" (José Caveza Enríquez) murieron, "éste a lo pobre y los otros a lo grande y mundano". Lo entera a su hijo que el 23 de Julio último salió un comunicado del Príncipe de la Paz permitiendo abrir y establecer talleres y fábricas a todo "ereje americano (norteamericano), sin impedirlo ni incomodarlo por su religión, con lo que hallo dificultosa la observación del Evangelio y el Capítulo 6 de la 2ª Epístola de San Pablo a los Corintios; y si se agregan las licencias que ahora se dan a los Marroquíes y Turcos para venir con sus barcos a la América ... no sólo se nos aproximará la peste (espiritual) que dice San Pablo, sino que puede nos traigan la corporal, por que aquí no hacen cuarentena ... Las cosas andan muy trastornadas y la guerra sin término. Han divulgado que la escuadra francesa del Atlántico se incorporó con la de Mazarredo, y que el ejército francés ya caminaría a la raya de Portugal, y también el español de 20 o 25 mil hombres ... En el estado romano parece han dejado al Pontífice, como sucesor de San Pedro, con todo respeto y autoridad eclesiástica y gobierno espiritual de la Iglesia, (aunque) le separaron el temporal, reduciendo éste a gobierno republicano, cuyo sistema parece se va apoyando mucho entre las gentes, aún de otras partes. Aquí se han hecho rogativas pidiendo por las concordias, y yo espero de la Divina Misericordia nos quiera conservar justamente ... Este mes vino una zumaca portuguesa a balisas de arribada, con pretexto que hacía agua, y como el Sr Virrey nuevo (Marqués de Avilés) no viene todavía, se descargó mercaderías disimulando la desverguenza de su confiado atrevimiento ... Aquí sigo vendiendo mis efectos decentemente, solo me han quedado el renglón de lencería, bramantes floreros, algunos de los crudos de bretaña lisos, algunas muestras de tisú que ya corren, algunos ternos y pocas cintas chinescas. El asunto presente es aprovechar las ventas favorables, aunque la guerra no tiene término, pero deseo salir con tiempo. Lo único que no vendrá serán bayetas y efectos ingleses; aquí no han dejado sino algunos retazos de bayeta en las tiendas...".
(Agosto 26) "Aquí estamos sin la llegada del nuevo Virrey, y gracias a Dios que no vienen enemigos por ahora, que quiera Dios no hacer novedad en el verano ... De aquí en adelante han de ser más penosas nuestras miserias, según corren las cosas. Mi quebranto sigue, y haciendo fuerza paso...".
(Septiembre 26) "... Las noticias públicas son las de haberse arrimado a la República francesa, Génova Cisalpina, República de Milán, Ginebra, Roma, los Cantones Suizos y la isla de Malta, y dicen que la Irlanda también lo solicita, oponiéndose y resistiendo con las armas a Inglaterra ... La expedición de Tolón en el Mediterráneo, a las órdenes de Buenaparte, general de mar y tierra, con más de 400 barcos de transporte, se hallaría reunida en Córcega, y aunque no se expresa públicamente su destino, no tengo duda, para mi creencia, es a la costa de Turquía, con permiso del Sultán y protección para hacer el desembarco por la boca del Nilo, a la Persia, al otro lado de Egipto o Alejandría, para seguir por la costa del Mar Rojo y salir al Mar de Asia y Costa de Cantón de los Holandeses y otros Príncipes de la China que la desean, para sacudirse de los ingleses; y, de paso, es regular se apoderen de las Plazas de Goa y demás de las portuguesas; ayuden a las españolas filipinas y repongan las suyas, cuyo proyecto he visto bastante examinado desde el año 88 ... Yo te aseguro que no pienso llegue a ver la paz en estos años, y por consiguiente que no han de venir, por registro ni por contrabando, mercaderías de Europa ... Nicolás (su hijo menor) si hay examen para Octubre (en el Colegio de San Carlos) pasará a mayores, como que dicen es de los mejores...".
(Octubre 26) "... Me hallo repuesto y mejorado de las piernas con una disposición o cura que me hizo don Joseph Cabdevila (médico militar), con lo que ayer 22 pude ir a San Francisco a las honras (funeral) de don Joseph Romero Uvillas, vecino de la esquina de Osorio ... el Virrey de esta no sabemos cuando viene... todo anda trastornado, y la hipocresía comprendo que es la capa o traje de moda entre los españoles ... Todos están en casa buenos. El tiempo corre muy favorable, y los devotos de la holgazanería se aumentan, del modo que el día del Pilar asombraron obsenamente, en el campo de la Recoleta, los trajes en talle de las Madámas y los de algunos que parecen hermafroditos en esta corte sin puerta, viviendo el bando que dicen publicó con repetición en la de Madrid, en tiempos del Sr. Príncipe de la Paz, para que usasen todas las personas del traje que quisieren. Si se te ofrece hacer alguna ropa de color, no te la escuso, pero acuérdate que aunque eres español, yo soy tu padre por destino de la Divina Providencia, y que no me acomodan las ridículas modas deshonestas. Para que te mantengas con la honra que te deseo, pido a Dios te auxilie y conserve con salud por muchos años... ".
(Noviembre 26) "... Me hallo algo repuesto de salud corporal aunque adelantada la senectud ... Las noticias que se escriben de ésta, por lo que hacen a asuntos de comercio, no hagas caso ninguno, y solo sigue las que yo te comunico, con la certidumbre que sabes yo no uso mentir ... especialmente sobre comercio, valores y escasez de efectos de Europa y guerra interminable; como de la dificultad de venir mercaderías ; aunque aquí, a lo fatuo o para solapas, se han inventado unas solicitudes para que franquee el Virrey, vengan y traigan sin distinción los extrangeros géneros de su cuenta, para vender en ésta; cuando los ingleses y franceses apresan a todos los neutrales." (Ya vimos anteriormente como Anchorena se opuso a esa medida en el Consulado). "El 15 de éste vino de Burdeos un corsario, "El Buonaparte", con dos presas; una el correo portugués de Lisboa al Janeiro, y otra, dicen, con negros; y aunque días antes entró un danés o dinamarqués de la parte del norte con poquísimos efectos y fierro, que no pasaron de Montevideo porque allí se consumen ? También entraron dos bergantines de Málaga, neutrales, con caldos y como mil resmas de papel ... Los efectos de Europa cada día, como escasean sin esperanzas de reemplazo, están a mayores precios...".
(Marzo 26) "... Llegó el Marqués de Avilés, Virrey de ésta, el 14, y me parece que no he equivocado mi concepto en su cristiandad íntegra, justa y desinteresada, y otras buenas calidades ... y aunque no he tenido motivo y ocasión de acercarme, solo lo he hecho por ceremonia ... Con la llegada de S. Exelencia ... se halla esta plaza en un aspecto muy diferente, y los comerciantes del bodoque ( contrabando) algo desvelados...".
(Abril 26) "... Llegó el correo de Europa con las noticias más melancólicas que son decibles ... Hásta el fin de la expedición de Buenaparte no se podrá tratar (la paz), siendo lo peor que cada día están más enredadas las potencias de Europa, Africa y Berbería, y ya el Rey de Nápoles huyó de su corte a los franceses, y se duda si pasó a la isla de Sicilia. Los turcos, en la parte del Egipto, Mar Rojo, Cairo, etc. se inquietan algunos contra Buonaparte, (pero éste) a todos parece los ha sentado y derrotado, dominándolos. En la Italia ha sucedido lo mismo por otros generales, y al Emperador de Alemania le hablan claro: que cualquier variación de los tratados se tendrá por guerra declarada. Los ingleses tomaron al puerto Mahón, isla de Menorca de los españoles en el Mediterráneo, lo que no es extraño, por que la España está muy irregular en su gobierno, mudando Ministros continuamente...".
[6]
- * (Mayo 26) Cambia el ánimo de don Juan Esteban por completo con la llegada de mercaderías de ultramar. "... Los frutos y efectos que han llegado de las colonias y España se compendian en gasa, negros, aguardiente de caña, azúcar, diez y seis a veinte mil resmas de papel, bastantes tejidos y sedas, cintería lisa, lencería, linos, ruanes, bretañas, brocadillos, zarazas, angaripolas, pañuelos, etc. etc, poca ferretería, y mercería y otras frioleras. Habían llegado de Cádiz, esa semana, en barcos de Beláustegui (Francisco Antonio), de la Compañía de Ostende y en la polacra ?La Fama?; ésta con efectos y unas pocas bayetas y franelas azules, negras, rosas, celestes, amarillas y verdes. Otra goleta de la Coruña trajo géneros ingleses y mucha carga de ropa, linos, papel, sombreros, etc. Ya no vienen del Brasil tantos barcos con negros ... Con todo lo referido y alguna charanguita más no hagais novedad en baratear los efectos buenos, ni afligiros para salir de ellos, aunque os digan lo que quieran todos los traficantes tramoyeros, de ésta y esa, no diciéndolo yo, pués cuanto yo afirmo no es dudable de cierto". "Con las cuatro o cinco tropas que han caminado para Jujuy y esa (Potosí), han ido géneros pocos de encomienda, y sí negros, papel, yerba, paños, lanas, gasas y frioleras ... Después que te vayas desocupando, si proyectas antes de venir pasar por la La Paz, Cochabamba, etc, para formar algunas ideas del ejercicio en que te has de ocupar, me avisarás lo que se te ocurriere y meditares útil, no olvidándote de la lectura y ejercicios de tus estudios de latinidad y aritmética, que es lo que te ha de adelantar propiamente, con lo que penetrarás los pensamientos de Peruleros y demás prójimos...".
* (Junio 26) "... Con particular sosiego y salud recibo tu carta, hallándome con la complacencia de haberme concedido la Divina Providencia la libertad de la opresión del Consulado ... Los efectos que salen de aquí, respecto de los precios de esta plaza, han de ser caros, por lo que el bodoque (contrabando) se ha atajado, aunque creo que el Sr. Virrey ha disimulado, por no arruinar a la mayor parte de este vecindario ... pero desde este mes hizo venir la zumaca de rentas armada con gente, y poniéndole comandante en ella, ha dispuesto que registre en la navegación a todo barco que entre en este río, toda lancha de Montevideo a ésta y las que salieren, despachando a la costa del sur, para su resguardo, gente armada ... Las notas de géneros de lujo, consumo de esta plaza y otras, procuro recoger para cuando vengas, pués de la variedad nacional seguiran las modas, como ahora que los masculinos o currutacos a lo hermafrodita quieren usar los trajes subilles (?) como pollera, y los femeninos con iguales subilles, gastan sombreros con plumaje y otras deshonestidades ... Aquí se han difundido, con extensión, varias falsedades:que me habían robado telegas de oro y plata, y había yo herido a los ladrones; que se había presentado un sirviente al Sr. Virrey contra mí, y otras cosas. Todo ha sido mentira; y te aviso es falsedad. Ya conceptuarás es envidia a mis intereses. Lo que te digo por si alguno lo hubiese escrito, le digas que miente, que yo digo lo expresado. Quedó hoy en cama Nicolás, parece con sarampión, no con mala pinta...".
* (Julio 26) "... Los muchachos siguen sin novedad, aunque han pasado Tomás y Nicolás la epidemia que es cuasi general en ésta: el Sarampión ... Me dicen que un catalán ha comprado cuantos negros vosales ha podido hallar, con pocas negras, a precios algo caros, y que cargará para este lado a principios del que viene más de 200. Todo es caro menos el viento sudoeste que corre...".
* (Septiembre 9 y 29 ) En dos cartas, tras hablar largamente acerca de la guerra y sucesos de Europa y del mundo revuelto por la Francia de "Buonaparte", don Juan Esteban lo entera a su hijo haber estado "al extremo de mi vida por haberme acometido la enfermedad de tirisia" (ictericia).
* (Octubre 26) "... A tí no te faltará Dios, siempre que correspondas como debes al cuidado, esmero y empeño con que he mirado tu educación espiritual y temporal -- le dice el padre a su hijo primogénito --, y para su logro te he repetido mi deseo de que juntes los intereses que tengo en esa y que vengas inter yo viva, para esclarecerte en el manejo futuro, para tí, tu madre y hermanos, con que podais lícitamente girar para manteneros sin atrasos, y pueda ser con adelantamiento...".
* (Noviembre 26) "... No estoy para fatigarme por dinero en llevar cuentas y escribir -- le comunica el viejo Anchorena a su distante vástago --, y por esto te he repetido que no excuses concluir ahí (en Potosí) las ventas y recojo de mis interese, para venirte y instruirte si hubieras de seguir la carrera de comercio de Europa y América ... Se permite aquí públicamente el contrabando, desatendido de las funestas resultas que contemplo en el próximo año ... Ahí le digo a Saravia me remiten por don Manuel Salvador Fernández de Salta, tres sacas de lana de vicuña y cuatro de guanaco para su venta...".
* (Diciembre 26) "... Los muchachos salieron bien de su exámen filosófico y a Tomás lo aplaudieron por su desempeño, según me dijo su lector (José Valentín Gómez), y seguirá ahora un poco de aritmética, que gusta mucho a los maestros, y me han pedido le haga este singular beneficio...".
Año 1800
* (Enero 26) Don Juan Esteban le expresa al hijo ausente su pesadumbre por una carta que fraguó el joven Ramón Saravia (hijo de Don Ramón, amigo y socio de Anchorena en Potosí), y que el muchacho entregó al Cancelario del Colegio de San Carlos, Padre Carlos Joseph Montero: "carta anónima, fingida, compuesta de falsedades viciosas de los estudiantes, promovida por él, poniendo a Tomás de su alcahuete, todo con el designio de que lo exceptuara el Sr Cancelario de la clase". La letra era de Saravia, como la cotejó dicho Sr. (Montero); y para evitar lo castigaran públicamente, y que sobre echarlo de esta ciudad le quedase este borrón, que serviría a sus padres de un arruinable sentimiento, conseguí de dicho Sr. Cancelario que no se publicara el delito, dejándome encargado lo despachase de ésta y le diese cuentas a su padre para que lo castigase y contuviere; y para esto le digo lo preciso en este correo (a Don Ramón padre), sin explicarle todo lo ocurrido, de que tú no le dirás nada, y solo si te tocase, porque ya no estoy yo para escribir dilatadamente, ni para estos asuntos de sigilos hallo de quien valerme con seguridad... Sin novedades de España, aunque estamos bastante ligados a los franceses, ".
* (Febrero 26) "...Después de referirte mi salud quebrantada de resultas de la maldad que Juan Ramón había hecho con entregar al Sr. Cancelario una carta anónima de mentiras y infamias, y lo que me costó para que no se publicase ni procediera sobre ella por evitar el borrón que le quedaría y la pesadumbre a su padre Saravia , lo que hasta ahora sigue sin novedad. He tenido que prestar, a su consecuencia, al dicho Cancelario, el Sr. Montero, 1.500 pesos a réditos por dos años, de que me ha pasado el documento y cartas de agradecimiento, pues parece le hagan falta para comprar una casita, con lo que se manifestó propenso...".
* (Marzo 26) "Si tratas con algún instruído en las descomposiciones de Europa y dificultades de paz, le oirás la llegada de Buonaparte desde Egipto a Frejús el 9 de Octubre, y a París el 16, en tiempo en que estaba infestado el gobierno francés, y cuasi por esto a su ruina y trastorno la nación; y que quiso asesinarlo y lo hirió en la cara, en la sala de los Quinientos, Mr. Arena." (En verdad fué el gigantesco jacobino Destrem quien le asestó un puñetazo feroz en el hombro a Napoleón, el 18 Brumario). A raíz de ello "se han seguido trastornos y deshacer los tribunales del gobierno, habiéndose puesto de presidente de la Sala al hermano Mr. Luciano Buonaparte, y en la que era Directorio ejecutivo se ha colocado Consulado, y uno de los tres cónsules, el primero, es el general de los ejércitos y armas,dicho Buonaparte... cuyos ejércitos han derrotado a los rusos, austríacos, ingleses en Holanda, napolitanos, turcos en Egipto y sus aliados, y por esto, dicen, querrán estos países lo que sólo considero feliz: alguna suspensión de armas por armisticio, en todo este año, con los Emperadores, si estos ceden mucho, pero nunca con los ingleses...".
* (Abril 26) "... Tu no necesitas compañía con ningún extraño, pues tu mejor negocio es recoger mis intereses, y reducidos a dinero, conducirlos a esta, o donde yo te diga conveniente". Si cierta rebelión de indios estallada en Tarija "se extendiera y fuera tomando cuerpo, tomarás tus armas, aunque no sea más que para espantajo, y bájate a Jujuy con el dinero, echándome adelante, si puedes, repetidos avisos para que yo pueda disponer quien te lo resguarde o reciba para traerlo, y puedas volver al expendio y reparo de lo que dejes pendiente, porque si consideras que pueden seguirse malas resultas por esos parajes, y si te pareciera conveniente trasladar a Jujuy o a Tucumán el dinero, puedes resolverlo después de mediados de Junio ...".
* (Mayo 26) "... Esteban (Juan Esteban de Ezcurra) saldrá por la posta para esa los últimos de éste (mes), y con él irá Juan Ramón (Saravia), con lo que cesará lo mucho que le he sufrido y disimulado en silencio, que es increíble lo que padecí por la atención de su padre, que no se viera públicamente abochornado ... y si se ha sabido algo fuera, ha sido porque él mismo lo ha promulgado ... En fin, Dios le conceda su gracia para arrepentirse...".
* (Junio 26) "... Ya tendrás presente que en la fecha de ésta cumples veinte años de haber nacido (Juan José nació el 26-VI-1780) y puedes refleccionar, pués ya estás en edad en que debieras manifestar despacio para en las comunicaciones, diferenciar según las circunstancias y los sujetos...".
* (Setiembre 6) "... Siempre medito lo que dije en mis cartas hace tiempo; que pensaba duraría la guerra más que mi vida. Soy de sentir y deseo no escuses de aprovechar con estimación, sin aflicción, las ventas de los efectos que tengas, expecialmente los rezagos antiguos, para que puedas venir a verme y oirme lo que pueda decirte, y te sea comunicado para tu sucesiva utilidad, en atención a que estoy muy aniquilado, y que yo no estimo el dinero ni intereses para mi vida, y si procedo con el empeño y cuidado de no disminuirlo, es por vuestro auxilio, y para que podais manejaros con juicio, sin decadencia, que para eso estudias...".
* (Setiembre 26) Don Juan Esteban contesta a su primogénito una carta en la que éste, ofendido por algún reto o advertencia paterna, le reprochó falta de confianza hacia él. "Nunca pensé que mi suerte en el Perú fuese tal que llegase vuestra merced a desconfiar de mi fidelidad" -- apunta con retintin el viejo Anchorena -- "... Con el monto de las últimas remisiones de efectos y pagos de libranzas de dinero, que pasarán de 50 mil pesos, dirigidos a tí solo, sin particular remesa ni restricción, basta esto para que veas que tenía confianza; lo demás queda escrito para que no te olvides la desatención con tu padre. En fin, Dios N.S. te conceda su gracia para que sufras con humildad si te he tratado mal ... Según el lúgubre aspecto de las cosas de ésta, soy de sentir que no omitas aprovechar la venta cuanto antes de nuestros efectos, con preferencia los rezagos, como te tengo dicho ... pués temo haya aquí tragedia, porque con sol claro y en tropas de carretas entra el contrabando. En día claro, en la Puerta de Sarratea, el 22, atajaron cuatro carretas cargadas; y de noche hasta los extranjeros, me dicen, descargan en sus botes ... la noche del 22 asaltaron unos disfrazados al Fuerte, para sorprender las armas de la guardia y no lo consiguieron, aunque otros dicen estaban en el foso y solo hirieron al capitán Masa. Se han doblado las guardias, patrullas y ordenes singulares; han pasado por esta calle al Fuerte municiones y pertrechos, pero no hallo orden formal. Ayer, me dijeron, cascotearon por las Monjas Catalinas a una patrulla y han herido a varios particulares, sin que se diga a quien ... Al Virrey (Avilés) no le observo se comunique con sujetos regulares del vecindario, ni militares. Ibañez, el Brigadier (Don Pascual 5º abuelo mío), está retirado en casa como yo, puede ser de pesadumbre...".
* (Otra de Setiembre 26) "... Todas estas noches han andado por trastornarme la puerta de la tienda, y aunque yo pudiera atajarlos (a los ladrones), aún con mi vejez, lo que se apreciaría fuera hicieran alguna avería para tomar dinero, que es aquí lo que se busca más que a Dios ... Tu madre está en cama, y yo por necesidad ruedo hasta el destino de la Divina Providencia...".
* (Octubre 26) "... Está franca la entrada del contrabando, extremadamente, y todo lo que traen los extranjeros para llevar cuanto dinero, víveres y efectos del país puedan; y aunque se han presentado aquí bastantes barcos vacíos, se les ha disimulado, y por la costa han echado sin duda su carga, la que aunque no ha sido poca, pues me dicen pasa de un millón de pesos, ha tenido mucha salida por Chile para Lima, y a unos precios superiores a los antiguos, de modo que ya no se hallan efectos buenos...".
* (Noviembre 26) "... El contrabando está aquí franco y asqueroso que no se repara, especialmente de los extranjeros, de los que han entrado en este mes a Montevideo, a la Ensenada y a balizas, muchísimas embarcaciones". Como personajes beneficiados por esas entradas ilícitas de mercaderías foráneas, don Juan Esteban nombra en esa carta al francés Pedro Duval, al portugués Manuel Cayetano Pacheco, a Martín de Sarratea, a Esteban Romero, a José Riera, a Francisco Ignacio Ugarte, a Buenaventura Marcó del Pont, a Antonio de las Cagigas y "a otros muchísimos"... "Ayer en el entierro de Viamonte (Jaime, padre del futuro general Juan José), me dijeron que recién había llegado a la Ensenada un barco con carga para el portugués Pacheco, en el que venía su mujer del Janeiro, y que por haberse enfermado se desembarcó en una isla de aquella costa, pero el bodoque que vendrá con título de sus equipajes, no dudo halla llegado ... por que a éste (a Pacheco) la piedad lo libertará de males temporales de la Justicia al uso. Así corre aquí, y el pueblo de la Ensenada de Barragán es el refugio y amparo general" (de los contrabandistas).
* (Otra de Noviembre 26) "... A ninguna de las noticias (sobre la guerra de Europa) que aquí corren las tengo por ciertas porque han dado en figurar mentiras para encubrir los bodoques y contrabandos, y como estos son continuos, lo mismo son las exposiciones falsas ... Corre el pampero tan frío que parece invierno ... Es tan feliz el bodoque que llega a la Ensenada con mal tiempo, y de España ni con vientos favorables a llegado ninguno lícito ni usual...".
* (Diciembre 5) "... Llegó a ésta una chalupa con el parte al gobierno de haverse presentado, como a legua y media de Montevideo, el navío de guerra inglés Diómedes, de 54 cañones con bandera española, y echó una lancha con dos oficiales y bandera parlamentaria ... y se cree fué porque estaba varado y no lo batieran. El Comandante de las cañoneras don Santiago Liniers aprontó, aunque sin total aviso, 6 cañoneras ... Salió a encontrarlos, y ? siguieron los ingleses al Cerro, donde está la Casa de la Pólvora". Liniers entonces les disparó un cañonazo, y enseguida vino a su barco un oficial inglés diciendo que deseaba hablar con el Gobernador de la plaza. "Aquí le respondió Liniers, en su lengua francesa, que no había lugar". El britano le entregó un pliego para el Gobernador Bustamante y Guerra "quien previno a dicho Liniers que al canje de prisioneros que expresaba (ese pliego) contestase y dijese no había lugar". Liniers opinó que convenía echar a los ingleses de la costa como lo hiciera días atrás con los corsarios del "Buen Jardín", frente a la playa de Castillos (en el actual departamento uruguayo de Rocha), e intimó al emisario enemigo a que dentro de tres horas se hiciese a la vela el navío. Reconoció el inglés las contestaciones de Liniers, y le dijo le era sensible haverlo incomodado con el armamento (haberlo obligado a hacer fuego), a lo que respondió (Liniers) que aquel armamento y mucho más había ... con lo que se retiró (el parlamentario), y salió al día siguiente (el "Diómedes"), que fué el 5 al amanecer, y desapareció como a las 11 de la mañana. Esta venida del inglés a hablar con el Gobernador, con las circunstancias anteriores de entradas de muchos barcos extranjeros, se tiene por sospechoza ... el comandante de Artillería Mariscal Bervesé (Francisco Betbezé) y Liniers quisieron batirlo (al "Diómedes") y no se les permitió, y receloso el inglés cortó los cables para su marcha, por cuyo disgusto dice haverse enfermado el Sr. Bervesé, por haver impedido batirlo...".
* (Diciembre 12) "... Dicen que a este Virrey (Avilés) le vendrá a sucederle luego el Sr. Miguel del Pino, Presidente de Chile ... se dice también que ... el Sr. Inspector Sobremonte va a Chuquisaca; y aunque publican que éste Sr. Virrey (Avilés) irá a Lima, hay en esto creencia que habría diferencias ... y el impedimento de ser casado allí (con Mercedes del Risco) y no haberse residenciado ... Ha venido una papeleta con noticias de Europa ... que al armisticio los austriacos no lo seguirán, y que Buonaparte los había derrotado con su ejército en extremo, con lo que ya se indicarían forzados a admitir la paz con los franceses. Que el general Ms. Berthier, que ha sido el de más confianza de Buonaparte cuando fué a Egipto ... había pasado a España, y que en Madrid le puso casa su Embajador y no la quiso admitir, ni en Aranjuez la dispuesta por orden del Rey, y se mantendrá en fonda, comunicando unicamente con su S.M...".
- * (Diciembre 18) "... Dicen dió orden el Sr. Virrey para que se cerrase este puerto y el de Montevideo para todo español, privando el tránsito por mar de uno a otro, y solo por la Colonia ... y el 17 se abrió pero no fué comprendido para los extranjeros, que entraron y salieron muchos sin reparo alguno. Se dice que ha representado el Cónsul administrador de la Aduana (Justo Pastor Lynch, mi antepasado), que sin embargo de que la zumaca de rentas avisa continuamente vienen cargados los barcos, nada entra en la Aduana, y corre la voz de que se ha dado orden a las patrullas apresen lo que hallen de noche, y no obstante que debe ser prohibida la descarga, entran en día claro (aquellos barcos extranjeros), cuya disposición y tolerancia no es explicable ... Así corren las cosas ... Hay muchos asuntos muy perversos que visiblemente se notan pero no se pueden escribir por vergonzosos. Se esperan en breve barcos de España, y es presumible que con la pasada del General Berthier a Madrid, que es de consideración muy singular, ocurran muchas novedades, cuyos efectos podrán ser temibles ... Avisan se había extendido en la parte de Málaga y en Cádiz una pestilencia que acababa a mucha gente, y puede ser se extienda, según el desorden corriente ... Aquí ha apuntado contagio de enfermedades algo asqueroso, con la entrada de negros sin contener el hospedarlos en el centro del pueblo y cuartos de alquiler. Se ha entablado aquí logrería y falacía con tanto aplauso, que el que no la usa debe excluirse de la comunicación que corre con el título de Política, y no con menos extensión se ha arraigado la vanidad y el lujo, cuyas circunstancias son inevitables causen epidémico progreso y ruina a ésta plaza...".
Año 1801
* (Marzo 26) "... En estos días se han cogido unos contrabandos considerables, los más de géneros de China y sujetos que traían pliegos de correspondencia con los ingleses, etc. y están presos ... Esto está que asombran las maldades y vicios".
* (Abril 26) "... La guerra sigue cada día más enredada, pués con la llegada de Ochoteco, yerno de Lezica, se han esparramado muchas noticias ... Los robos y fraudes se deben pagar con penas temporales ... para salvar las espirituales. Esto parece por aquí estar desconocido, y hasta a muchos limeños los seguirá la fundición, por su clase de negocios y tramoyas, especialmente los que han ido de aquí. Dios te libre de semejantes pensamientos y obras...".
Al mes siguiente, don Juan Esteban remite a Potosí destinado a su hijo, el movimiento marítimo del puerto de Buenos Aires, en una titulada "Relación de algunas noticias que han venido sucediendo desde la salida del Correo de Mayo 26/1801".
En tal extensa lista, se apuntan las fechas de entradas y partidas de los navíos mercantes y de guerra; fragatas, bergantines, corbetas, goletas y urcas ultramarinas; falúas, chalupas, lanchas y pequeñas embarcaciones de cabotaje; así españolas y de comerciantes armadores locales, como francesas y un solo barco norteamericano; cuyos veleros, en su mayoría, llegaban trayendo noticias del revuelto mundo en pliegos oficiales y correspondencia particular; casi todos cargados con importantes remesas de efectos vendibles, con negros esclavos, armas y municiones, y también con presas corsarias capturadas al enemigo. Y como a la sazón España -- aliada de Francia -- encontrábase en guerra contra la Gran Bretaña y Portugal, don Juan Esteban poníalo al corriente a su hijo de que, entre distintas vicisitudes, "los portugueses han asegurado (apresado) en sus puertos los barcos de ésta, de Maciel, Ugarte, Beláustegui, Cagigas y otros, y a sus intereses los han puesto en clase de prisioneros del Brasil".
En tanto eso ocurría en los vecinos dominios lusitanos, en la capital del Plata no se descartaba la posiblidad de una invasión por parte de Inglaterra. En consecuencia, nuestro gobierno tomaba sus precauciones; "En Buenos Aires, el 21 de Junio -- escribía Anchorena -- se pasaron revista de las milicias de Infantería y Caballería. Dicen se ha pasado orden para que todos los Blandengues de Santa Fé y de algunas milicias vengan. No se si también vendrán de Córdoba ... Las de estas fronteras parece se embarcarán para la otra banda en esta semana o la siguiente ... Asimismo parece se trata de pasar a la otra banda como 100 carretas, para movimiento de municiones y artillería. Se retiran los de la línea divisoria (con el Brasil), y a don Félix de Azara le ordenan pase a España; él que está arreglando las poblaciones de Santa Tecla, en las cercanías de Río Pardo! El comandante de los corsarios franceses ha venido a proponer al Cabildo que si se le permite vender aquí las presas que haga para los gastos ? correrá y protegerá, en lo que pueda a los españoles, desde este rio hasta la costa del Brasil. Se han cogido varios contrabandos, pero el 20 acabaron de descargar en el puerto más de 280 fardos y cajones que trajeron del lado de la Colonia, y sobre la averiguación de sus introductores se sigue y puede salir alguna tragedia...".
* (Noviembre 26) "... Te expuse las ocurrencias de la guerra con los ingleses y te incluí los capítulos de la paz con los portugueses ... Muchos barcos con título de americanos, han entrado en Montevideo, en la Ensenada y balizas de los puertos; ingleses, portugueses, y otros extranjeros, a los que han procesado ... la mayor parte de los efectos era carga perteneciente a los enemigos de la guerra, sobre que he oído hay unos expedientes que son temibles, como que se ha de dar cuenta con ellos al Rey. Están comprendidos Romero, Beláustegui, Necochea, Ugarte y su yerno Monasterio, Riera y su yerno Sar, Viola, Dubal, Almagro y otros muchísimos que no estoy para explicarte ... todo está embargado en la Aduana, en el puerto y Temporalidades, y los barcos retenidos. De que infiero muchas tragedias, como desde muy anteriormente hice pronóstico ... Contemplo resultarán infinidad de cosas y puede ser la reacción de muchos males que ha habido en esta infeliz población del Río de la Plata, y de que por la Misericordia de Dios, estoy libre y resguardado judicialmente ... Han entrado porción de presas, que se han vendido, y están por venderse porción de negros, efectos y demás de ellas, etc. También remataron aquí, en la semana pasada, como 200 mil pesos de efectos de los contrabandos, aunque no les arrendaré la ganancia. Por varias ocurrencias, y mi quebranto, deseo que vengas para imponerte en el fundamento de la peste que está aquí extendida por la codicia, para que oigas mis discursos fundados en justicia, observes y experimentes lo benéfico y dañoso para que no te contagies, con lo que puedas precaverte de caer en la infinidad de maldades que fraguan al presente los comerciantes de la Moda, para conseguir sus insolentes y depravados negocios y rapiar cuanto puedan para obtenerlos ... Dios N.S. te conceda su gracia y te aproveche para salvarte, en el interín le suplico y ruego te sostenga y conserve por muchos años...".
Año 1802
* (Febrero 26) "... Lo que aquí ocurre con título de comercio con la entrada y salida de la multitud continuada de barcos extranjeros con título de americanos y portugueses consignados a españoles ... me es vergonzoso escribirlo ... Espero hagas cuantos empeños puedas para salir de esa en breve, sin más detención en el camino que la precisa, para conducir a tu presencia mis intereses, pués encargarlos a situadistas y otros es exponerlos a su desaparecimento ... El día que consideres salir de esa, de Jujuy, de Tucumán, etc., avisarás por noticia adelantada ... En Córdoba parece ha habido peste, según me dijo Joseph Javier Díaz (futuro Gobernador federalista por su provincia), que vino de retirada de la otra banda de teniente Coronel con las Tropas de Córdoba, y va a asistir a su padre don Francisco Antonio, a cuya pasada, sin ladearte le dirás B.A.V.S.M. (beso a Vuesencia su mano), sin detención ni otra explicación, salvo que te sea precisa...".
Esta carta final de don Juan Esteban para su hijo dirigida a Potosí, se despachó por mensajería el 26-III-1802. En ella, una vez más, el padre repite su indignada queja opuesta al contrabando: "...Entran diariamente multitud de barcos extranjeros que dicen en lastre y traen lo que Dios sabe". Varias semanas después, durante el mes de Abril o principios de Mayo, Juan José Cristobal retornó a Buenos Aires, trayendo de las provincias de arriba, "los intereses" paternos. Y, a mediados de octubre del año siguiente (1803), el jóven Anchorena se embarcó para España, como lo consigno y detalló más adelante en su biografía, al transcribir la correspondencia suya con sus padres y hermanos desde la península.
Postreras y espaciadas epístolas del viejo Anchorena a su hijo mayor
A la metrópoli española, pués, le dirigió, el 28-IV-1804, don Juan Esteban una carta a su primogénito, en la cual, entre otros acontecimientos, lo enteraba de "la salida de tu hermano Tomás para el Perú o Chuquisaca". Le sugería también "noticiar a Pamplona a mi hermano don Joseph de Anchorena" el arribo del sobrino a la madre patria. "Las cosas de la Aduana (bonaerense) -- añadía esa carta -- no se hacen con fundamento y ahora con haber muerto el Sr. Virrey don Joaquín del Pino el 11, y haber salido para Virrey interino el Sr. Marqués de Sobremonte, que es vecino de aquí y estaba en Montevideo, no sé cómo correrán las cosas ... pero ... contemplo que si no se ataja el proceso de ratonerías y ratoneros que se ha arraigado, se arruinarán estos países, como lo reconocerás si Dios te concede vida y sentido...".
Mas adelante, el corresponsal inserta estas fúnebres nuevas lugareñas: "Ha fallecido don Cecilio Sánchez de Velazco (progenitor de Mariquita Sánchez); la hija de Ugarte (Vicenta), esposa de don Manuel Joseph de Ocampo; la esposa de don Ramón Ugarteche (María Josefa Herrera), y también el Teniente Coronel de Milicias Uriarte ... y otros muchos". Y tras la necrológica lista, termina el informante con alivio evidente: "Mariano Nicolás sigue la Teología ... y todos en casa están con salud...".
Y dos años más tarde, el 19-II-1806, don Juan Esteban le escribió a Juan José, que se hallaba en Barcelona, acaso su última misiva: "...He estado algo enfermo de una pierna. Yo estoy quebrantado, y poco ocupo a nadie en comunicaciones, por que está muy variado Buenos Aires de vicios ... Tomás en La Plata, y considero que vendrá este año... no estoy para decirte la corrupción por vicios protegidos en ésta (alude al eterno tema suyo de los contrabandos) y por esto estoy separado y no ocupo a ninguno, por lo que deseo vengas en mi vida, para cuidar los intereses...".
Estas cartas íntimas de don Juan Esteban, escritas casi todas mes a mes durante un lapso de ocho años, en las cuales el remitente habla a "calzón quitado" con su hijo sobre negocios, y apunta las ocurrencias que en torno suyo se desenvuelven -- vinculadas o nó a sus intereses --, mientras, con creciente angustia, opina acerca de los grandes acontecimientos de la historia europea, bajo cuyo acelerado impulso revolucionario íbanse transformando el equilibrio político y la estructura social del mundo; esa documentación confidencial, sincera y espontánea es, por cierto, la que el ideólogo marxista Sebrelli, metido a historiador, presume como necesariamente siniestra, "que permanece oculta en archivos secretos, en gavetas familiares, en viejos arcones," y -- concluye tajante el fantasioso caradura --, "la mayor parte ha sido destruída".
A través de las puntuales informaciones y comentarios de mi antepasado, uno descubre a Buenos Aires y Montevideo desveladas de la "siesta colonial"; sometidas a pertinaz bloqueo por las naves guerreras de Britania, que daban unicamente franquía a barcos titulados neutrales, introductores de contrabandos; visitadas por embarcaciones corsarias de Francia que traían a vender las presas cobradas en alta mar; sobresaltadas con las noticias de la metrópoli, de Europa y del universo entero, que en gacetas, correspondencias y pliegos oficiales, llegaban en fragatas españolas de combate; mientras las dos orillas rioplatenses, se planteaba la urgencia de fortificar los sitios estratégicos costeros y poner en aprestos sus milicias, a la espera de un probable desembarco enemigo.
Coincidentemente en esas cartas, el viejo Anchorena -- sin proponérselo -- se autorretrata de cuerpo entero. Hombre de orden, de rígidos principios, honesto, discreto, previsor, metódico, lleno de buen sentido dentro de su lógica prosaica. Respetuoso de la tradición y de las leyes, abomina del contrabando y de los procederes ilícitos; del propio modo que se opone, con iracundia rigorista, a toda alteración en las costumbres, y se horroriza ante los trastornos político -- sociales de su época. Es católico a macha martillo, ciertamente, aunque como buen mercader podríasele aplicar este aforismo: "a Dios rogando y las talegas llenando". No era, sin embargo, un vulgar registrero de toma y daca, pero sí traficante empresario de tomo y lomo: vale decir de mucho peso -- y muchísimos pesos -- que gozaba de gran predicamento y consideración en el ambiente porteño.
Años finales y respectivas muertes de los esposos Anchorena
El 7-X-1803, don Juan Esteban ingresó como "hermano" en la cofradía de Nuestra Señora de la Merced. Después con el correr inexorable del tiempo llegaron los achaques y se agudizó su mala salud. Entonces, la dirección de los negocios pasaría poco a poco a manos de sus hijos; y el viejo pater familias resignóse a vivir los últimos años recluído en su morada, frente al templo mercedario, confiado en la protección del Cielo -- tanto más cuando, alrededor suyo, el absolutismo monárquico venerado por él, y al amparo de cuyas instituciones pudo atesorar su fortuna, empezaba a venirse abajo. (Acá, en Buenos Aires, los ingleses atacaron en dos oportunidades y fueron rechazados a sangre y fuego, y una asamblea vecinal destituyó revolucionariamente al Virrey Sobremonte, colocando a Liniers en su lugar. Allá, en la metrópoli, un motín populachero en Aranjuez, daba al traste con Carlos IV para instalar en el trono a su hijo Fernando; mientras Napoleón, amenazante, desparramaba sus tropas a lo largo de España).
"En pleno siglo XIX y en plena ciudad plebeya, Juan Esteban Anchorena era un altivo caballero español del siglo XVI, preocupado por los preceptos de la religión y por la honorablidad de su hogar". Valga este párrafo de Sebrelli, incompatible con la idiosincracia de un advenedizo pulpero venido a más, según lo presentó el mismo Sebrelli a nuestro personaje en la primeras páginas de su malévolo "Apogeo y ocaso de los Anchorena".
Cierto documento del Archivo General de la Nación nos entera que el 6-IV-1807, al declinar la tarde, nuestro patriarca regresaba a su casa luego de orar "la Salve a Nuestra Señora de la Merced". En eso, fingiéndose portador de una esquela, alguien, vestido de militar, fué recibido por don Juan Esteban, y al comprobar el sujeto que el dueño de casa se hallaba sólo, lo amenazó con un cuchillo; mientras irrumpían otros seis cómplices del asaltante que, precipitadamente, se robaron varias piezas de plata. En verdad, no era vana la obsesión permanente del personaje por los ladrones de cualquier calibre...
El 29-II-1808, al borde ya de la tumba, el viejo Anchorena otorgó sus disposiciones de última voluntad ante el Escribano Mariano García Echaburu; cuyo texto resultaba similar a aquella "Instrucción Testamentaria" que él dejara escrita en 1793 para después de su muerte. Y el 8 de marzo siguiente cumplidos los 74 años, le llegó el término fatal.
En cuanto a Doña Romana López Anaya, ella sobrevivió casi tres lustros a su marido. Producida en 1810 la Revolución de Mayo, la Gazeta de Buenos Ayres registra que; "La Señora viuda de Anchorena e hijos han oblado 400 fuertes para la defensa y conservación de estos dominios de su legítimo soberano el Sr. Don Fernando VII". Y el 8-IV-1815, ante el Escribano García Echaburu, otorgó doña Romana su testamento. Dispuso ahí la enterraran en el Convento de Nuestra Señora de las Mercedes, como tercera que soy de su venerable orden, y amortajada con el Abito de la religión". Declaró haber sido casada con "don Juan Esteban de Anchorena, difunto", y que su marido trajo al matrimonio el capital propio declarado por éste en su disposición del 29-II-1808, en tanto ella no había aportado dote alguna. Dijo no deber nada a nadie, y que sus bienes eran: "la casa en que vivo, con los cuartos a la calle que le son anexos, muebles y esclavos y alhajas", así como "otra casita y sitio inmediato al Retiro". Finalmente dejó nombrados Albaceas,sucesivamente a sus hijos Juan José, Tomás Manuel y Mariano Nicolás, únicos y universales herederos suyos.
La existencia de la testadora, sin embargo, prolongaríase hasta Octubre de 1822. Un año antes de su muerte había quedado paralítica. Su hijo mayor Juan José le escribió el 9-VIII-1821, al hermano Tomás Manuel que estaba en Montevideo: "Madre dice que cuando te vengas mandará hacer el carrito. Ella goza de una alegría admirable, pero para subirla a la cama se necesitan dos: a la Iglesia se la lleva en silla; el invierno lo pasa en su aposento y muchos días en cama. Me dejan una bela cuando se está acabando!, y me dicen cuidado, no la apague! No tengo yo mal entripado!"
Por fin el 30-X-1822, dieron sus deudos sepultura al cadáver de la señora en la Iglesia de la Merced, conforme a su expresa voluntad. El libro Parroquial de defunciones consigna que la extinta era de "74 años", aunque, en rigor, fueron 68 los vividos por ella. El 30-X-1826, el Albacea Juan José Cristóbal de Anchorena realizó el inventario de los bienes de la finada; los cuales, en resumen, resultaban los siguientes: La casa frente al convento de La Merced, con su moblaje y demás accesorios domésticos, un par de esclavos negros de ambos sexos; una chacra en "la Punta de los Olivos, de 400 varas de frente y 6.000 de fondo, con sus respectivos edificios; un montón de cuentas a cobrar, y dinero efectivo en plata y oro.Todo ese haber se valuó en 92.267 pesos de la moneda de entonces.
|