Notas |
- Era hijo del empresario Victor Henriksen y de su esposa Alvilda Noach. Estudió en su ciudad natal, donde recibió ?luego de terminar el secundario- su título de ?Candidatus Philosophicus?. Ingresó luego a la Facultad de Ingeniería, donde se graduó de Bachelor of Science en Ingeniería Civil. Realizó también estudios de Meteorología, ciencia que le apasionaba, y trabajó en el Instituto Meteorológico de Copenhague. Casado con una pintora argentina, especialista en biología marina, viajó a los Estados Unidos donde se dedicó de lleno a su especialidad: la ingeniería de estructuras.
Trabajó en varias empresas de Nueva York hasta que lo contrataron como ingeniero en jefe para la construcción del subterráneo Lacroze de Buenos Aires, primero en su género en nuestra ciudad. Ya radicado en nuestro país, fundó la empresa Dínaco (1934), dedicada la construcción e instalación de usinas eléctricas. Así fue como pudo viajar por ciudades del interior del país, que le deben el haber tenido por primera vez una usina de alumbrado público y privado realizada con maquinarias provenientes de Dinamarca. Así, mientras crecía en él el cariño por su patria de adopción, continuaba manteniendo las relaciones con su país de origen. Durante los años de duración de la Segunda Guerra Mundial dedicó gran parte de su tiempo a la ayuda a Dinamarca, ocupada por los nazis. Reunió a la colonia de daneses radicada en la Argentina para promover acciones concretas dedicadas a tal fin.
Fue tesorero, secretario y presidente de dos entidades de ayuda a Dinamarca, presidente del Club Danés y Director de la Asociación cultural Argentino-Danesa. De 1940 a 1945 publicó el diario ?Frit Danmark? (en danés) y la revista ?Dinamarca? (en castellano), dedicada esta última a mantener viva la voz de un pueblo pequeño, amante de la democracia, que había sido acallada durante cinco largos años. En 1946, ya terminada la guerra, viajó a su patria llamado por el Rey Christian X, quien lo condecoró en el Palacio Real por su fervor patriótico y su obra solidaria.
Fue nombrado ?Caballero de la Orden de Dannebrog? y recibió, además, de manos del Rey la ?Medalla de la Libertad?. Siempre fue su deseo poder agradecer a la Argentina, todos los años de felicidad vividos en esta tierra. Y como su amor a los niños era muy grande, cristalizó su deseo construyendo este colegio. Fue el ?alma mater? del Bayard. Conocía a todos los alumnos, los esperaba en la puerta a las 8 de la mañana para darles un cariñoso ?Buenos días?, saludaba a los docentes, y se ocupaba tanto de la administración como de los muchos detalles edilicios. Ya retirado de su actividad específica, pasó los últimos años de su vida gozando de su más grande obra: la de un colegio donde los niños se formaran en un clima de libertad y democracia, ideal tan caro a su país y guía espiritual de su vida. [1]
|