José Justo Gómez de la Cortina, III Conde de la Cortina[1]

Varón 1799 - 1860  (60 años)

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  • Nombre José Justo Gómez de la Cortina 
    Sufijo III Conde de la Cortina 
    Nacimiento 9 Ago 1799  Ciudad de México, México Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [1
    Sexo Varón 
    Fallecimiento 6 Ene 1860  Ciudad de México, México Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [1
    ID Persona I65881  Los Antepasados
    Última Modificación 16 May 2024 

    Familia Paula Rodríguez de Rivas García de Tejada,   n. Sevilla, Sevilla, Andalucía, España Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. 
    Hijos 
    +1. María Joaquina Gómez de la Cortina Rodríguez Rivas, V Condesa de la Cortina,   n. 3 Oct 1834, Xalapa, Veracruz, México Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 11 Dic 1892, Madrid, Comunidad de Madrid, España Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 58 años)
    ID Familia F3343  Hoja del Grupo  |  Family Chart
    Última Modificación 22 Dic 2009 

  • Mapa del Evento
    Enlace a Google MapsNacimiento - 9 Ago 1799 - Ciudad de México, México Enlace a Google Earth
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  • Notas 
    • Caballero de la Orden de Montesa, Gran Cruz de Carlos III, Gentilhombre de Cámara de Su Majestad Don Fernando VII. Nacido en la ciudad de Méjico en la antigua calle de don Juan Manuel el 9 de agosto de 1799. Perteneciente a una familia de ricos hacendados españoles establecida en Méjico desde el primer tercio del siglo XVIII. Militar, diplomático, político, pensador y notable escritor mejicano. Hacendado de Campus Tlahuelilpan (hacienda que fue propiedad de la familia Moctezuma, descendientes del último emperador azteca). A los quince años, fue enviado a Madrid, donde estudió en el Colegio de San Antonio Abad y luego en la Academia Militar de Alcalá de Henares. Pero en lugar de seguir la carrera militar, en la que ya había recibido un grado, optó por la diplomática. Su primer cargo fue el de agregado en la embajada de España en Constantinopla, pero no pudo llegar a su destino por una epidemia de peste, y se detuvo en Trieste, ciudad que años más tarde recordaría en una novela corta. Luego, se le destinó, con igual cargo, a las legaciones o embajadas españolas en Holanda, Austria, Inglaterra y Francia, puestos que le permitieron viajar por Europa y aprender lenguas. Ya casado, fue ascendido a Secretario de legación en Hamburgo, en 1827, y tres años más tarde fue nombrado Ministro. Había decidido para entonces abandonar la diplomacia y dedicarse a las letras y las ciencias, pero Fernando VII lo nombró Introductor de Embajadores, le dio grado de Coronel del ejército y lo designó Gentilhombre de su Cámara. Instalado en Madrid, multiplicó sus actividades culturales y comenzó a recibir distinciones académicas. Su memoria acerca de la Reforma del lujo sin perjuicio de la industria le ganó la primera de ellas, Socio de Mérito de la Real Económica de Valencia. A principios de 1829 ingresó en la Academia de Historia y obtuvo licencia para publicar, en colaboración con Nicolás de Ugalde, un Diccionario biográfico de españoles célebres, que quedó inconcluso, y la traducción del alemán de la Historia de la literatura española, de Buterweck. Su casa en Madrid se había convertido en uno de los centros de reunión de literatos de la época, como Quintana, Nicasio Gallego, Bretón de los Herreros y Martínez de la Rosa, y el joven Gómez de la Cortina tenía además el prestigio de sostener correspondencia con algunas de las grandes personalidades europeas: Humboldt, Chateaubriand y Constant. Sus padres seguían mientras tanto en Méjico, y tanto lo instaban a volver al lugar de su nacimiento, que al fin lo hizo en 1832. Pronto adaptó su vocación cultural a las necesidades que advirtió en la incipiente República. Teniente Coronel del Regimiento de Comercio, cargo cuya principal misión era el cuidado del orden público, y se le comisionó además para establecer y reglamentar talleres de artes y oficios en la cárcel general. Fue elegido, en 1834, primer diputado por el Distrito Federal; un año más tarde se le nombró Gobernador del Distrito, en 1838 fue Ministro de Hacienda; en 1840, presidente del Banco de Avío y general graduado de Brigada; en 1841, presidente de la Junta de Hacienda y vocal de la comisión encargada de redactar la ley de propiedad literaria; en 1842, vocal de la junta para la organización política de la República; en 1844, Senador y oficial mayor del Ministerio de Guerra; en 1846 inspector General de Caminos, gobernador del Departamento de Méjico y, poco después, del Distrito Federal por segunda vez. En este último cargo se preocupó por mejorar el alumbrado público y el empedrado de las calles y a él se debió el traslado de la estatua ecuestre de Carlos IV del patio de la antigua Universidad a la entrada del Paseo de Bucareli. A principios de 1848, para suceder a su padre en el título de Conde de la Cortina, que desde entonces usó, renunció a la nacionalidad mejicana y readquirió la española, sin perjuicio de seguir sirviendo a Méjico. El Conde de la Cortina recibió numerosas distinciones de sociedades culturales; entre ellas, se le designó miembro honorario de la Real Academia Española, miembro de la Academia de la Historia y fue uno de los fundadores de la Sociedad Mejicana de Geografía y Estadística y de la precursora Academia de la Lengua (1835). A la reina Isabel II le obsequió una espada de Bernal Díaz del Castillo, expuesta durante años en la Real Armería de Madrid, que luego vino a resultar una espada escocesa del siglo XVII. En sus últimos años, retirado de los puestos públicos, el Conde de la Cortina se instaló en la casa y parque de Tacubaya, hoy conocida como Parque Lira, adonde llevó sus colecciones de arte y su biblioteca. Los domingos el Conde recibía a sus amigos y por la noche se hacían conciertos musicales. Al fin, la fortuna comenzó a desmoronarse y tuvieron que venderse las haciendas, las casas, los libros y las colecciones de arte. El Conde y su familia se mudaron a un entresuelo en la calle de Flamencos. La actividad intelectual de este hombre de vida tan plena y generosa es la de un amateur que supo hacerlo todo con señorío. Sus aficiones principales fueron los estudios lingüísticos y las ficciones novelescas. Fundó El Zurriago Literario (México, 1839-1840 y 1851). De la imaginación francamente novelesca del Conde de la Cortina se conocen dos muestras: Euclea o la griega de Trieste, que se publicó en 1841 en El Mosaico Mexicano, y la leyenda La calle de don Juan Manuel, que apareció en la Revista Mexicana (1835) y se considera el primer cuento legendario que se haya publicado en Méjico. Lo más importante de la obra del Conde de la Cortina ha sido reunido bajo el título de Poliantea (Ediciones de la Universidad Nacional Autónoma, Méjico, 1944, Biblioteca del Estudiante Universitario, vol. 46) por Manuel Romero de Terreros, con un excelente prólogo del que provienen la mayoría de las noticias aquí resumidas. Como político, el conde de la Cortina será siempre recordado por sus principios de orden y paz; como hombre público supo ganarse el afecto de sus contemporáneos por su constante mecenazgo a favor de la cultura nacional y por su acendrada filantropía, fallecido en Méjico el 06.I.1860, etc.

  • Fuentes 
    1. [S473] Solveyra Tomkinson, Ignacio, Medrano Balcarce, Juan Manuel; Pérez Calvo, Lucio y Temperley Schoener, Jorge, Genealogía de los Alvear, (www.genealogiasdebuenosaires.org).