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- Teodoro Blasini "natural de la Isla de Córcega y en el año de 1720 arribó al puerto de Buenos Aires, donde radicó y en 15 años después, en 1735, contrajo matrimonio con doña María Nicolasa López, natural de la misma ciudad de Buenos Aires. Contribuyendo en diversos servicios a su majestad, desempeñando varias misiones que se le encargaron en acciones contra la Colonia de Sacramento. En el año de 1735 partió de Buenos Aires a la Habana, habiendo participado en acciones contra los ingleses. En vista de lo cual el Monarca le concedió el 12 de noviembre de 1751 Carta de Naturaleza para ?residir, tratar y contratar en las Indias, islas y tierra firme del Mar Océano..." quedando así autorizado Theodoro Blasini para comerciar, no sólo en los reinos americanos, sino también en los reinos peninsulares, como consta en la licencia que se le concedió.
Teodoro Blasino, requirió del Cabildo Eclesiástico la mayordomía de la Capilla del Santo Cristo de Buenos Aires. Basaba su pedimento en el hecho de que habiendo fallecido el presbítero Angulo ?que, además de las obligaciones inherentes a su magisterio, agregaba graciosa mente el cuidado del "aseo y culto" del oratorio?, y que Doña Ana de San Martín deseaba desligarse de la tenencia de las alhajas y atención de aquel sagrado recinto "por cuias razones ?decía ? quedara dicha Capilla y su culto al abrigo del mero celo y devoción" del nuevo capellán. Corresponde asimismo reconocer que el Cabildo Metropolitano jamás desentendióse de la vigilancia de la Capilla; los fieles aportaron sus limosnas y los mayordomos no cesaron de cumplir, con rigurosidad, su cometido. En verdad, no existía otro motivo valedero por parte de Blasino que el que fluía de su fe, deseoso de realizar una obra grata a los ojos del Señor. Por esos años era también mayordomo de la Archicofradía del Rosario de Nuestra Señora de la Merced causal que corrobora su tierna devoción a las cosas santas. Y acaso no sería ajeno cierto afán de figuración en aquel reducido medio social, ya que a las personas designadas para tales oficios correspondíales, en las funciones de ritual, asientos principales que despertaban la emulación en más de un circunstante. El 9 de noviembre de 1750 el Cabildo accedió al pedido de Blasino. [2]
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