Notas |
- José Manuel de Roo y Cabezas, fue baut. el 18-IV-1757 de 8 días en la Catedral porteña. De una "Información" sobre sus méritos y servicios fechada el 13-VIII-1806, que se guarda en el Archivo de Indias sevillano, provienen gran parte de los datos biográficos aquí resumidos. En 1775 entró José Manuel a estudiar Filosofía en el Real Colegio de San Carlos de su ciudad natal donde al cabo de cinco años logró aprobar dicha materia y la de Teología. Ordenado de presbítero en 1781, fue promovido al curato vacante del Rincón de San Pedro, en cuyo destino actuó con extraordinaria eficacia. A sus expensas, y con algunas limosnas, edificó una pequeña iglesia, y con los donativos de sus feligreses y parte de la renta personal suya, montó un obraje y construyó un galpón grande en el que guardó 16.000 adobes destinados a restaurar el templo parroquial que estaba en ruinas. Posteriormente extendió sus servicios espirituales al Baradero hasta 1791, en que Roo obtuvo en propiedad el curato de la villa de Guadalupe, en el partido de Canelones en la Banda Oriental del Uruguay. Tanto el Cabildo secular de la expresada villa como el Gobernador de Montevideo y las autoridades del Convento de San Francisco de esa jurisdicción certificaron en 1806, que en los catorce años que José Manuel de Roo sirvió al curato de Canelones, había seguido "una conducta irreprochable en el desempeño de su ministerio, con todo zelo por el bien de las almas, con buenos modales y señalándose en las obras de piedad". A su vez el Obispo Lué aseguró constarle que "Don Josef es un eclesiástico de juiciosa y arreglada conducta, que desempeña sin quexa ni nota alguna la cura de almas y la vicaría del referido partido de Canelones ... por lo que le juzga digno que su Majestad le atienda y coloque en alguna Prevenda de las Catedrales de aquellos Reynos".
Tal los testimonios públicos. Empero, detrás del párroco correcto cuyos méritos quedaron objetivamente archivados en Sevilla, el hombre simpatiquísimo y jovial que fue José Manuel, surge de su correspondencia privada. Así el 29-II-1798, el cura de Canelones le escribió a su amigo el presbítero Juan José Andrade, catedrático del Real Colegio de San Carlos, a quien acababan de encomendarle el curato de Santo Domingo Soriano, también en la Banda Oriental: "Mi amado Juan: es inexplicable el gusto que tube cuando supe que te havías colocado en ese destino en propiedad, assi pr qe conosco tu carácter y genio pacífico, como pr qe atendiendo a tu complección y poca salud, puedes pasarlo mejor en el campo, tomar otro semblante, criar también barriga - constitutibo de todo cura -, hacer tus pesitos sabiendote manejar y, no teniendo muchas comilonas y francachelas, echar las Pestes qe no te faltan algunas, y finalmente contar conmigo en el curato y Montevideo en quanto pueda servirte, qe tendría particular contento ,,,". (Archivo de la Curia, leg.171, exp.48, que fue incendiada en 1955, pero la carta transcripta se halla reproducida en el Tomo XVIII, pag. CLXXX de Documentos para la Historia Argentina, editado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras).
Otra característica moral de nuestro reverendo fue su abnegado patriotismo, puesto en evidencia en 1806 cuando las fuerzas de Liniers pasaron por Canelones en su trayecto de Montevideo a la Colonia para embarcase, cruzar el río y reconquistar a Buenos Aires cautiva de los ingleses. La "Información" de los méritos y servicios del párroco Roo lleva, como complemento final, la siguiente nota manuscrita, bien explícita acerca de lo expresado: "El Virrey de Buenos Aires Marqués de Sobremonte, en carta del 24 de abril de 1806, con referencia a los indicados méritos de que acompaña testimonio, considera digno a este Eclesiástico de que Su Majestad lo tenga presente para la competente remuneración, así por los servicios que justificó, como por las exemplares circunstancias que lo recomiendan". Y el Comandante reconquistador de Buenos Aires, Santiago de Liniers, en carta del 6 de septiembre del mismo año expresaba: "Que haviendo sobrevenido a su tropa una recia tempestad de agua y viento, que absolutamente les impidió la marcha por tres días consecutivos, en todos ellos fue alojado y mantenido con toda su oficialidad en casa de Don José de Roo, tratándoles con tal esmero y generosidad este benemérito y antiguo Párroco, que a porfía cedió hasta su propia cama para que ninguno padeciese incomodidad y estuviese apto y robusto en una empresa de tanta importancia; que por sus respectivas y activas diligencias fue también alojhada la tropa en las mejores casas y chacras de la Villa de Canelones, y admitidos con abundantes carnes saladas y frescas, todo ello a su costa por exercicio de la caridad y celo patriótico; cuyo mérito tan generoso y oportuno hizo presente dicho Comandante por lo que consideró digno de la noticia de Su Majestad, para que se digne de mostrarle su real agrado de la manera que estime justo y correspondiente".
Más tarde, el 15-IX-1808, Francisco Antonio Belaustegui, ante el Escribano Mariano García Echaburu, salió fiador de "José Manuel de Roo, Cura y Vicario de la Villa de Canelón", para una prebenda vacante en la Catedral. Y a consecuencia de tantas recomendaciones - justas por lo demás - nuestro clérigo quedó propuesto en segundo lugar para el Decanato catedralicio bonaerense; aunque por el momento se le otorgó la prebenda de "Medio Racionero" de esa diócesis; para elevarlo en 1810 a la dignidad de Canónico, con la "ración" completa, en dicho Templo Matriz.
La revolución de los criollos comenzada en 1810, que a favor o en contra de ella motivó a tanta gente del país, no registra en sus documentos más conocidos el nombre del Canónigo. Unicamente el aludido religioso fue "Elector" de diputados para la "Asamblea Provicional de las Provincias Unidas", disuelta luego por el primer Triunvirato. El respectivo escrutinio electoral efectuóse por el Cabildo el 31-III-1812, y revela que los sufragios de Manuel José Roo favorecían al clérigo José Valentín Gómez y al doctor Vicente Anastasio Echevarría. También en la Gazeta de Buenos Aires apareció el nombre trocado de "Manuel José Roo" donando, el 25-IX-1810, a la Biblioteca Pública 17 pesos y 2 reales; y el año 1815, el referido Canónigo contribuyó con 50 pesos fuertes en la colecta promovida por el Cabildo; como asimismo donó 51 pesos destinados a otro "préstamo voluntario en virtud del oficio del Gobierno".
A lo largo de su vida José Manuel Roo testó en tres oportunidades: el 3-XI-1814, ante el Escribano Mariano García Echaburu, facultando a su cuñado Justo Pastor Lynch y a su sobrino José Rodríguez de Vida para que luego de su muerte repartieran sus bienes de acuerdo a las instrucciones que les había impuesto. De nuevo lo hizo el 10-VIII-1825, ante Luis de Castañaga, otorgando poder al Canónigo Bernardo de la Colina, a Bernardo Creus, a su sobrino carnal Patricio Lynch y Roo (mi tatarabuelo) y a Juan Garzón, en este orden respectivamente. Y por último, "enfermo en cama" el 22-VIII-1831, ante Narciso Iranzuaga, suscribió un tercer codicilo que sustituía, de su anterior testamento, el nombre de Bernardo Creus, "impedido por grave enfermedad", por el de su sobrino José Rodríguez de Vida. Poco después a los 74 años de edad, el Canónigo Roo pasaba a mejor vida.
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