Notas |
- En circunstancias en que el Coronel José María Paz, al mando de una "División de Dragones", pasó por Salta desde los valles de Sumampa hasta la frontera de Jujuy, se habló mucho en la ciudad salteña de casar a la niña de Arenales con aquel militar cordobés. En su Diario de Marcha - editado por el Archivo General de la Nación en 1938 - el famoso "Manco", con fecha 5-X-1824, dejó escrita la siguiente confidencia; "Con motibo del convite en casa del governador (Arenales) de que hise mención el día 3, se ha avivado notablemente la vos, que ya corría, de mi casamiento con una de las hijas de este Señor. En todas partes se hablaba de esto, me lo preguntan, observan lo más mínimo, de modo que me causan la mayor incomodidad. Por otra parte, me es embarasoso para continuar las relaciones con la casa, porque de lo más pequeño pueden resultar consecuencias que acaso desagraden". La aludida hija casadera de Arenales era "Pepa", quien contaba entonces sus "16 septiembres"; su hermana mayor Mercedes, hallábase casada desde antes de 1824 con Usandivaras, y a la menor Juanita, aún le faltaban diez años para contraer enlace.Como quiera, seis meses después de aquel apunte íntimo de Paz, el 16-IV-1825, Pepa Arenales sellaba su unión indisoluble con su primo segundo Evaristo de Uriburu y Hoyos, con quien prolongaría ilustre progenie; entre ella figuran dos Presidentes de la República: su hijo José Evaristo, y su nieto el General José Félix. [5]
- Patricia. Había cumplido nueve años, cuando tuvo lugar la Jura de la Independencia, en esa ciudad. Según las crónicas, fue elegida entonces por las damas patricias de Salta, para hacer entrega al gobernador de la provincia, general Martín Güemes, en su sede gubernativa, de una corona de laureles, que el mandatario colocó sobre los pliegues de la bandera de la patria, simbolizando la gloria que eternamente cubrirla los colores nacionales. Poco tiempo después, la entonces jovencita "Pepa Arenales", como generalmente se la llamaba, entregó sus joyas y el producto de sus ahorros, para contribuir al equipo y armamento de los ejércitos patriotas, acción ésta por la cual, en 1820, mereció ser condecorada por el Libertador general José de San Martín, en su carácter de Protector del Perú, con una banda y medalla que tenla grabada un escudo de oro con la siguiente inscripción: "Al Patriotismo". El mismo general San Martín le remitió, además, desde la ciudad de Lima, un pergamino donde aludiendo el referido escudo de oro, llevaba escrita una dedicatoria que expresa: "Para honrar el pecho de las damas que han sentido las desgracias de la Patria". Esos tres obsequios sanmartinanos, verdaderos elementos museográficos de alta significación, fueron conservados en la ciudad de Buenos Aires por el coleccionista, escritor y poeta don Oliverio Girondo Uriburu, directo nieto de la dama que nos ocupa, habiendo sido presentado por éste a la "Exposición de Antigüedades y Objetos de Historia de Salta", llevada a cabo en 1942, en los Salones de "Amigos del Arte", en la Capital Federal. Tres años después de haber obtenido esa, distinciones, doña Josefa contrajo enlace en la Parroquia de la Catedral, de su ciudad natal, el 16 de abril de 1823, con el distinguido militar don Evaristo de Uriburu y Hoyos, su cercano pariente. En los año, 1823-26, durante el gobierno ejercido en Salta por el general Arenales, la dama fue elemento importante en la vida social de su provincia, sobresaliendo en las recepciones tributadas a hombres públicos y militares legados hasta allí. A comienzos de 1827, por razones políticas, su padre debió abandonar la provincia, Entonces Josefa juntamente con su esposo lo acompañaron hasta su exilio en Bolivia, dejándolo establecido definitivamente en el Alto Perú. De regreso a Salta, los nuevos vaivenes políticos, colocaron al señor Uriburu en el cargo de gobernador delegado de la provincia, en abril de 1831, volviendo entonces para su esposa, una época de figuración social, transitoria esta vez, porque pronto debió acompañar nuevamente a su esposo al exilio en razón de la actuación de éste en el partido unitario. Josefa tuvo oportunidad de reunirse con su padre en Moraya (Alto Perú), donde asistió al anciano guerrero en su postrera enfermedad y muerte, ocurrida en diciembre de 1831. AI año siguiente, volvió a Salta con su esposo, quien desempeñó el gobierno de dicha provincia en distintas oportunidades: en 1838, 1845, 1851 y 1862. Intervino en la recolección de fondos para erigir la actual Catedral de Salta, y a raíz de la revolución local contra las familias gobernantes de los Uriburu, pasó a radicarse en Buenos Aires a fines de 1862, con su esposo y sus hijos. Desde entonces, fue importante figura en la alta sociedad porteña, donde tres años antes de cumplir los 70 años de edad, recibió en 1874, el cráneo del ilustre guerrero que fue su padre, reliquia que conservó en su hogar con devoción filial, pasando después a sus descendientes, hasta que en 1959, se la trasladó a Salta, donde reposa en la Catedral Basílica del Milagro, en el Panteón de las Glorias del Norte. La hija queridísima del general Arenales falleció en Buenos Aires, el 15 de junio de 1890, a una avanzada edad. Dice Fermln V. Arenas Luque que: "Su delicada belleza, al par que su virtud y generosidad hicieron de ella una de las niñas de las de su época, de mayor figuración en el plano de la sociedad argentina". El mismo autor, reproduce su retrato aproximadamente posado en 1847, cuando la dama frisaba los 40 años. El Hospital para tuberculosos en la ciudad de Salta, erigido por donación de su hija, doña Josefa Uriburu de Girondo lleva el nombre de la patricia que nos ocupa. [6]
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