Notas |
- José Agustín - "Xabier" - de Aguirre y Lajarrota vió la luz del mundo en Buenos Aires, y aquí fué cristianado solemnemente en la Catedral, el 10-III-1784, por su tío bisabuelo el Arcediano Miguel José de Riglos, quien le adicionó el nombre de "Xabier", por haber venido el neófito al mundo durante la "Novena de la Gracia", que se celebra desde el 4 al 12 de Marzo, aniversario de la canonización de San Francisco Javier. Fueron padrinos del párvulo el caballero navarro José de Echenique y Micheo y la señora María Josefa de la Quintana y Riglos, tío segundo paterno y abuela materna del recién nacido. El año 1797 - a los 13 de su edad - "José Aguirre", junto con su hermano Manuel Hermenegildo, ingresó en el curso de Gramática del Real Colegio de San Carlos, pero aquel dejó de seguir estudios regulares, puesto que en seguida se embarcó para "los Reinos de España", llevando consigo un testimonio de la Información de legitimidad y limpieza de sangre sustanciada - cual dimos cuenta anteriormente - en el Juzgado del Alcalde porteño Antonio García López, con declaración de calificados testigos ante el Escribano García Echaburu, ello por si el interesado "tomase carrera" en la metrópoli. Seis años más tarde, sin embargo, "José de Aguirre" hallábase en Buenos Aires, y, junto con otros aspirantes, resultó admitido para rendir examen de ingreso como profesor del Colegio carolino; prueba que se llevó a cabo el 22-XI-1803, a las 9 de la mañana, en la Sala del Cabildo, con asistencia del Alcalde de 1º voto Francisco de Mata Bustamante y del Síndico Procurador; actuando de examinadores el Maestro Gregorio Francisco Xavier Argerich, el Escribano Justo José Núñez y José Nadal y Campos. Las invasiones inglesas de 1806 y 1807 tuvieron la virtud de sacudir el ánimo de los jóvenes porteños; y con la emulación heroica de las hazañas y riesgos compartidos en los combates, se despertó en ellos esa solidaridad de armas que, más allá de la disciplina, da cohesión moral a las unidades militarizadas. Frutos de una entusiasta movilización popular, tales cuerpos marciales, llevados por las circunstancias a influir decisivamente en los destinos del Virreinato, convirtiéronse, a partir de la Reconquista, en verdaderas agrupaciones de acción política, intérpretes, a su modo, de las distintas opiniones en que se dividió entonces la clase dirigente local. Así, dentro de ese proceso belicoso y cívico a la vez, José Agustín de Aguirre se inicia en la vida pública ciudadana con el grado de Capitán del 1º batallón de Patricios, cuyos despachos otorgó el Virrey Sobremonte, el 8-X-1806, en mérito a ser, el referido oficial, "persona de conocido valor, conducta y aplicación". En consecuencia, el 29-I-1807, va nuestro Capitán al auxilio de Montevideo, en la expedición que comanda Liniers; con Saavedra a la cabeza de 600 Patricios, amén de pequeños destacamentos de otros cuerpos y un escuadrón completo de Húsares. Y en los días inolvidables de la Defensa de Buenos Aires (del 2 al 7 de julio), el Capitán Aguirre defiende a balazos, palmo a palmo, las calles que circundan su cuartel; especialmente el día 5, en que apostado con sus hombres en una de las azoteas inmediatas al convento de Santo Domingo, sostuvo un nutrido fuego que logró rendir a los ingleses. A órdenes del Capitán Aguirre pelearon en dicha acción los Tenientes Mariano García Echaburu y Vicente López y Planes: Escribano aquél y éste Poeta. Alcanzada la victoria total sobre los invasores, en lo que al cuerpo de Patricios tocaba, su Comandante Saavedra se define como conductor poltico de aquella unidad armada. Por eso, tres años más adelante, en el Cabildo abierto del 22-V-1810, don José Agustín hizo suya la opinión de su jefe al decir: "que en todo se conforma con el dictamen del Señor Don Cornelio Saavedra, y que tenga voto general en los asuntos el Señor Síndico Procurador". El 25 de Mayo siguiente, nuestro Capitán estampa su firma en la 2a foja vuelta del cuadernillo con la famosa nota revolucionaria en que "vecinos, comandantes y oficiales de los cuerpos voluntarios" pedían al Cabildo el nombramiento de la Junta patriota encabezada por Saavedra. Y poco más tarde, José Agustín y su hermano Manuel Hermenegildo pusieron sus personas a disposición de dicha Junta, y donaron 200 pesos fuertes para costear la expedición militar a las provincias interiores. Dos años antes de estos acontecimientos revolucionarios, el 8-III-1808, había otorgado José Agustín de Aguirre, en el registro del Escribano Mariano García Echaburu, "todo su poder a Manuel de Aguirre - su hermano - residente en la ciudad de San Sebastián, dominios de España", para que en su nombre "resiva el Palacio Mayorazgo que su Padre Abuelo Dn. Casimiro Aguirre (sic) le dejó, titulado Juanenea, en el lugar de Donamaría y su barrio de Arze, llamado a su goze, como hijo primo génito de su padre Dn. Agustín Casimiro de Aguirre, tome posesión de él pasiva, y cobre sus rentas, y finalmente intervenga en todo lo demás que fuese concerniente a la posesión, tenencia de dichos vienes y posesión de sus rentas y absoluto manejo y administración de ellas, con arreglo a las dichas sus instrucciones" etc., etc.. Mi tatarabuelo Manuel Hermenegildo de Aguirre, debió realizar su viaje a España después de 1807, ya expedita la salida al mar de enemigos británicos, y regresó a su patria a fines de 1809 o principios de 1810. A raíz de los sucesos provocados por Liniers en Córdoba, el gobierno de Buenos Aires, con fecha 6-VIII-1810, creó una milicia cívica revolucionaria, cuyo decreto fundador decía: "No pudiendo mirar esta Junta con indiferencia los repetidos ofrecimientos de muchos jóvenes que pretenden con entusiasmo hacer un servicio de armas que sea compatible con sus profesiones y destinos, ha resuelto formar dos compañías patrióticas de cien hombres cada una, de los que voluntariamente quieran alistarse, las cuales auxilien las tropas de la guarnición en rondas y demás actos concernientes a la pública tranquilidad. La Junta ha nombrado capitanes de dichas compañías a don José Aguirre, de la primera, y a don Pedro Lobos, de la segunda, los cuales nombrarán dos tenientes y dos alféreces para su arreglo; y ambas compañías harán sus servicios bajo las órdenes del señor vocal don Manuel Belgrano". Empero, Aguirre no capitanearía a esa legión de muchachos armados que, para mantener "la pública tranquilidad", organizó el "nuevo sistema". Doce días más tarde, el 18 de agosto, la Junta, a instancias sin duda de Saavedra, lo designó, junto al comerciante inglés Tomás Crompton, representante suyo en Londres, a fin de conseguir allí pertrechos de guerra "para sostener la justa causa en que se hallan empeñadas estas Provincias por los derechos del Señor Fernando 7º". Esa misión de Aguirre y de Crompton a la Gran Bretaña (algunos de cuyos documentos publicó en 1937, bajo el título de Misiones Diplomáticas, el Director del Archivo General de la Nación Héctor C. Quesada) no ha sido estudiada por nuestros historiadores. Adelanto aquí que dichos comisionados bonaerenses, el 23-XI-1810, le comunicaban desde Londres a la Junta, haber llegado a la capital inglesa y presentado sus credenciales al Ministro de Relaciones Exteriores Marqués de Wellesley, a quien "le informamos individualmente de las generales ocurrencias que dieron margen a la innovación de gobierno y establecimiento de esa muy respetable Junta, bajo el nombre del Señor Don Fernando 7º". "El Señor Ministro - agregaban Aguirre y Crompton - nos manifestó que la Nación Británica contribuiría en todo a la seguridad de esos dominios, y que era un deber de esos habitantes consultar la seguridad del país al Señor Don Fernando 7º". "En orden a la continuación del comercio libre con esos paises, el Sr. Ministro ha mirado con satisfacción las disposiciones de V.E. (la Junta), manifestándonos su disgusto a la oposición del gobierno de España". "Por último nos ha prometido a que se realice nuestra solicitud ... procurando siempre la conservación de esos dominios al Sr. Dn. Fernando 7º, y reconocer al gobierno legitimamente constituido, sin dejar de sostener el derecho de esos Pueblos como parte integrante de la Metrópoli". Bastante ambiguas, según se ven, las declaraciones de Wellesley con respecto a la actitud de Inglaterra en el pleito hispanoamericano; aunque el referido Marques les prometiera, a su compatriota Crompton y al criollo Aguirre, considerar la situación de las Provincias del Rio de la Plata en una entrevista posterior. No sabemos si los enviados rioplatenses conferenciaron, otra vez, con el titular del "Foreign Office". Pero lo cierto es que José Agustín de Aguirre zarpó de Portsmouth con destino a Buenos Aires, el 15-I-1812, en la fragata "George Canning". Con él viajaban algunos oficiales que venían a ofrecer sus servicios a la Patria; y, entre ellos, un Teniente Coronel llamado José de San Martín. Tan poco conocido, tan poca relevancia tenia entonces el futuro Capitán de los Andes, que Manuel Moreno, nuestro representante en Londres, le escribía a Tomás Guido - el cual más tarde seria confidente entrañable de San Martín - este párrafo a propósito del viaje en cuestión: "Mi querido Guido ... Después de tu salida he escrito a Buenos Aires por varias ocasiones, y actualmente lo hago por el George Canning, en que se dirigen los amigos Larrea, Aguirre, Zapiola, Alvear, Vera, Chilavert y otros cuantos oficiales escapados de Cádiz. En el mismo barco, el cual saldrá dentro de seis días, van dos familias inglesas y una española - la de Alvear - a establecerse en nuestro país". Ninguna otra referencia sobre el pasaje del velero británico, y la personalidad más vigorosa de la inmediata historia argentina, ignorada entre unos "cuantos oficiales escapados de Cádiz"! El 9-III-1812 la fragata "Canning" fondeaba en la rada de Buenos Aires y, veintidós días más tarde, José Agustín de Aguirre votó a favor del presbítero Luis de Chorroarín y del poeta Vicente López y Planes - el antiguo Teniente de su compañía de Patricios - para electores de los miembros de la Asamblea recordada como "del año 12". Después, el hombre no tarda en desempeñar las funciones de "consiliario" en el Tribunal del Consulado, cuyo organismo, el 6 de junio, lo designa "regulador de la Contribución directa", en compañía de Ambrosio Lezica. Por lo demás el 12 de ese mismo junio figura su nombre en La Gaceta como donante de una onza de oro con destino al costeo de la guerra; y asimismo, el 18 de septiembre siguiente, contribuye con 16 pesos fuertes destinados a la compra de caballos para el ejército. A consecuencia de la revolución del 8 de Octubre contra el Primer Triunvirato, que encabezaron San Martín y Alvear, sus compañeros de viaje, José Agustín, el primer día de 1813, resultó electo Regidor del Cabildo, para todo ese año, junto con los Alcaldes de 1º y 2º voto, Joaquín Belgrano y Agustín Wright, los Regidores Manuel de Lezica, Rafael Pereira Lucena, Salvador Cornet, Fermín de Tocornal, Mariano Conde, Pedro de Lezica, José Ignacio de la Rosa, Juan José de Sarratea - que sería reemplazado por Juan de Bernabé y Madero - Luis María Posadas y el Síndico Procurador Felipe Arana. Al recibirse de capitular - el 4 de enero - Aguirre "antes de prestar el juramento expuso que en la actualidad ejercía el cargo de primer Consiliario de la Junta de Govierno del Consulado, lo qual desde luego le parecía impedimento para admitir y entrar a ejercer el de Regidor; y haviéndosele hecho presente que no era un impedimento, y que podía jurar y tomar posesión vajo protexta, lo verificó en estos términos". Dieciocho dias más adelante, luego de haberse elegido diputados por la ciudad para la próxima Asamblea - que lo fueron José Valentín Gómez, José Julián Pérez, Vicente López y Planes e Hipólito Vieytes -, el Ayuntamiento dió una comida, preparada y puesta en la mesa por el "fondero" Juan Apatic - francés, a no dudarlo -, encargándose de proporcionar las botellas de vino el Regidor Aguirre, al precio de 29 pesos y 4 reales; cuyo importe le fué restituido, después, por la entidad anfitriona. El 16 de marzo recibióse en el Cabildo un decreto del "Supremo Poder Ejecutivo en que aprueva el obsequio determinado de bastón y pistolas para el Señor General Don Manuel Belgrano", que la corporación municipal dispuso regalar al vencedor de Salta. A tal efecto se les encargó a los Regidores José Agustín de Aguirre y Juan de Bernabé y Madero "no pierdan momentos en preparar el Obsequio". Y el lº de junio siguiente, don José Agustín fué nombrado Conjuez del Tribunal de Concordia, organismo que trataba de llegar siempre a un avenimiento que evitase el litigio judicial entre las partes en pugna. El 3-IV-1814, el Cabildo y una junta designada a ese efecto, propusieron el nombre de José Agustín de Aguirre, con los de otros calificados vecinos, para elegir entre ellos la diputación porteña a la Asamblea general. A ese fin, quienes formaban dicho colegio electoral, metieron dentro de un saco unos papelitos que individualizaban a los escogidos, y procedieron a su respectivo sorteo consagratorio. Pero la suerte ya no estaba de parte de nuestro candidato, cuyo destino terrenal quedó tronchado para siempre dos meses más tarde. El tomo XI de Difuntos Españoles de la Catedral al Norte contiene un acta que dice literalmente: "En veinte y uno de Julio de mil ocho catorce murió D. José Aguirre, de estado soltero, hijo legítimo del finado Dn. Casimiro Aguirre y Da. Josefa Lajarrota, sepultóse en el cementerio, habiendo recibido los sacramentos, y por verdad lo firmo. Dr. Grego Alvarez". Era, el fallecido, un muchacho todavía con sus 30 años en flor. por Carlos F. Ibarguren Aguirre
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