Notas |
- Suárez es apellido patronímico derivado del exótico nombre ostrogodo (Godo del Este) Suero, y se dice que la primaria fratría hispánica de los Suárez radicó en las montañas de Santander. En cuanto a Maldonado, todos ellos vienen del linaje de Aldana, de antiquísimo origen. Una leyenda pintoresca remonta el arranque de los Aldana hasta Teodorico, Rey ostrogodo en Italia, cuyos dominios, por el año 507, extendiéronse a la Península Ibérica. Teodorico dejó dos hijos en España; Severiano, Duque de Cartagena y Suero, quien en Galicia fundó la Casa solar de Aldana, "a una jornada de la ciudad de Santiago de Compostela".
Hernán Pérez de Aldana o Nuño Pérez de Aldana, Señor de la Casa de Aldana, en tiempo de los Reyes Alfonso VII "el Emperador", o Fernando II de León, o Alfonso VIII "el de las Navas" - es decir, aproximadamente entre los años 1150 a 1200 -, fue el primero que se apellidó "Maldonado". Y ocurrió que por dichos años Pérez de Aldana vino a caer enfermo de gravedad, y encomendándose a Nuestra Señora de Montserrat, prometió visitarla en su santuario si recuperaba la salud. Mejorado de sus dolencias físicas, nuestro hidalgo púsose en camino desde Galicia a Cataluña. Los zangoloteos de ese viaje recrudecieron su padecer, a tal punto que, cuando llegó al famoso monacato benedictino catalán, se hizo necesario ponerlo en camilla, en uno de los ángulos de la Iglesia, a fin de que pudiera ofrendarle a la imagen morena de María Santísima su devoción esperanzada. Aquel día era un 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, y los peregrinos desbordaban del templo. Uno de ellos, el Duque de Normandía - sobrino del Rey Felipe Augusto de Francia (1165-1223) -, para mejor ver la ceremonia, púsose de pié arriba de las andas en que yacía postrado Hernán Pérez de Aldana. El hidalgo gallego, en el acto, reclama enérgicamente ante desaire semejante; pero, inválido, no recibe sino desdén del orgulloso magnate francés.
Pasan varios meses; sana el enfermo y cruza los Pirineos, en busca del Duque normando, y lo reta a duelo. El Rey de Francia, enterado de esto, obliga al Duque a pedirle perdón a Aldana. Obedece aquel; Aldana sin embargo - gallego tenía que ser -, exije un desagravio mayor a las simples disculpas, y pretende que el Duque admita que el ofendido le ponga los piés encima. El noble godo, como es lógico, se enfurece ante esa demanda ultrajante del galaico; por lo que el lance caballeresco se hace inevitable. Los adversarios concurren pues, al terreno del honor montados en briosos corceles, con férreas armaduras y provistos de lanzas, porras, espadas y dagas. Felipe Augusto de Francia, rodeado de cortesanos, desde una plataforma se dispone a presenciar el encuentro. Puestos frente a frente en la liza, ambos caballeros a una señal se arremeten con denuedo y rompen sus lanzas; empuñan enseguida las porras, y tras los recios porrazos del gallego, cae el francés al suelo herido en la cabeza. Salta entonces el aporreador del caballo y, enardecido, se precipita sobre el Duque resuelto a destrabarle las hebillas del yelmo para decapitarlo sin más trámite. El Rey, afligidísmo ante el giro dramático del combate, arroja el cetro y manda a sus fieles interponerse a fin de salvar la vida del pariente suyo. Protesta Aldana, mas el Soberano dá por concluída la lucha, alegando que si el Duque moría a consecuencia del aporreo, su contrincante quedaba vengado, y si aquel se salvaba, el propio Rey otorgaríale a Aldana la merced que éste quisiera. Mejoró el maltrecho Duque de la zurra; visto lo cual Aldana le solicitó a Felipe que, por cuanto la Casa reinante de Francia traía como emblema 3 flores de lis, a él se le diera el derecho de poder usar 5 lises en su escudo de armas. Tal pretensión despertó la cólera en el Monarca, quien ofreció al extranjero distintas recompensas, pero Aldana expuso que no había ido a Francia por riquezas sino a vindicar su honra. El Rey, entonces, ante esa terquedad galiciana, no tuvo mas remedio que ceder, y exclamó con fastidio; "Te doy las flores de lis, pero mal donadas te sean; el privilegio está mal donado - c' est mal donné. Las llevó yo de oro en campo azul; úsalas tú de plata en campo rojo!". De ahí en adelante, Hernán o Nuño Pérez de Aldana trocó su apellido por el de Maldonado, y comenzó a ostentar el blasón con 5 flores de lis plateadas en campo de gules.
A más de cuatro siglos de aquella legendaria incidencia que diera origen al apellido Maldonado, he aquí la concreta genealogía de un antecesor mío, oriundo de las Islas Canarias.
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